Fuente: “Al sur de la razón” de Juan José Benítez.
La ley del contrato
Según Juan José Benítez, antes de nacer, cuando Dios imagina a una criatura, esa personalidad “es”. Entonces, si el nuevo ser decide probar la aventura del tiempo y del espacio, elige. Es el único momento de auténtica libertad. Y decide qué ser, cómo, dónde y por qué. Es entonces cuando se “firma”, libre y voluntariamente. Es entonces cuando se nace. Y el “contrato” es preservado de todo y de todos, incluyendo nuestra propia memoria. Por eso casi nadie sabe por qué está aquí, ni cuál es su Destino. Por eso nacen mediocres, sabios, malvados, anónimos, tontos o fanáticos. Todos lo han seleccionado y firmado. Todos por una u otra razón o, lo que es más probable, por toda una cadena de razones-experiencias. Todo obedece a un orden superior que no podemos ni siquiera imaginar. Después, al morir, alguien nos entregará la “maleta” de la memoria. Entonces recordaremos…
La ley del contrato
Según Juan José Benítez, antes de nacer, cuando Dios imagina a una criatura, esa personalidad “es”. Entonces, si el nuevo ser decide probar la aventura del tiempo y del espacio, elige. Es el único momento de auténtica libertad. Y decide qué ser, cómo, dónde y por qué. Es entonces cuando se “firma”, libre y voluntariamente. Es entonces cuando se nace. Y el “contrato” es preservado de todo y de todos, incluyendo nuestra propia memoria. Por eso casi nadie sabe por qué está aquí, ni cuál es su Destino. Por eso nacen mediocres, sabios, malvados, anónimos, tontos o fanáticos. Todos lo han seleccionado y firmado. Todos por una u otra razón o, lo que es más probable, por toda una cadena de razones-experiencias. Todo obedece a un orden superior que no podemos ni siquiera imaginar. Después, al morir, alguien nos entregará la “maleta” de la memoria. Entonces recordaremos…
Si la ley del “contrato” fuera real y si la Tierra fuera uno de los mundos “laboratorio”, la enigmática frase de Jesús de Nazaret “amar a los enemigos” cobraría sentido. El enemigo, en estos supuestos, sería igualmente voluntario, como cada uno de nosotros, y con una misión específica, previamente elegida y “firmada”. En otras palabras: el “enemigo” sería nuestro hermano en la gran aventura de VIVIR o EXPERIMENTAR. Un hermano imprescindible. Por eso Jesús solicitó lo aparentemente absurdo. Él sabía…
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