La palabra soez está constantemente en boca de mucha gente de cualquier edad y condición social. A esto hay que añadir las que son utilizadas con singular frecuencia en programas televisivos de todo tipo (retransmisiones deportivas, películas, programas “basura”, etc.).
Ese patrón de lenguaje “ordinario” se emplea, supuestamente, para expresar la frustración ante ciertas situaciones adversas. Ello, no obstante, lejos de contribuir a solucionarlas, aumenta los ya altos niveles de agresividad y violencia en la sociedad.
También contribuyen a esto otros aspectos del lenguaje no menos deplorables: la mentira, la indiscreción, el cuchicheo, la calumnia y la infamia. Todas estas acciones y expresiones ofensivas, además del perjuicio que causan a otras personas, envilecen y degradan a sus autores.
Además, quien habla mal, utilizando la palabra vulgar, mintiendo o calumniando, (se) crea una realidad desfavorable. Para evitarlo, hay que limpiar la palabra utilizando términos apropiados, cordiales, elegantes y elocuentes.
Los efectos de la palabra pulcra y veraz no se hacen esperar. Por un lado, contribuye al autocontrol, al estado de ánimo positivo, al talante, a la serenidad del espíritu y, por el otro, favorece un ambiente sano, de confianza y amabilidad.
La palabra crea realidad. Su uso, bueno o malo, tiene sus correspondientes consecuencias. La limpieza del lenguaje, te llevará a un notable cambio personal.
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