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martes, 7 de marzo de 2023

La guerra de la tilde

Las reglas ortográficas anteriores a la publicación de la “Ortografía de la lengua española” en el año 2010, prescribían el uso de tilde en el adverbio “solo” y los pronombres demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del adjetivo “solo” y de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad.

La nueva edición de la “Ortografía de la lengua española” (2010) determinó que la palabra “solo”, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente como cuando es adjetivo, así como los demostrativos “este, ese y aquel”, con sus femeninos y plurales, ya funcionaran como pronombres o como determinantes, no debían llevar tilde, según las reglas generales de acentuación. Aunque el adverbio “solo” y los pronombres demostrativos pueden tildarse si hay riesgo de ambigüedad, se recomienda no hacerlo y resolver la ambigüedad de otra manera. Es incorrecto tildar estas palabras cuando no hay riesgo de posible confusión y, por tanto, se considera falta de ortografía.

Muchos escritores, periodistas y académicos se negaron en su momento a aplicar los dictados de la Ortografía o la cumplieron a regañadientes (Mario Vargas Llosa, Soledad Puértolas, Carmen Iglesias, Pérez-Reverte, Javier Marías, Antonio Muñoz Molina, Luis Mateo Díez, José María Merino…).

La RAE ha decidido en el pleno del día dos de marzo, que el adverbio “solo” podrá llevar tilde, al igual que los pronombres demostrativos “este, ese y aquel”, con sus femeninos y plurales, cuando a juicio del que escribe haya un riesgo de ambigüedad. Antes, no se definía a juicio de quién y había casos, en exámenes y oposiciones, en los que su utilización restaba nota porque solía depender del criterio del profesor o del examinador. En el pleno se acordó, por unanimidad, una nueva redacción de la norma, que se publicará en el “Diccionario panhispánico de dudas”.

Esta novedad era reivindicada, desde hace más de 13 años, por los académicos escritores que consideraban que debía “despenalizarse” el uso de la tilde en estas palabras, pues se daban muchos casos de ambigüedad. Para muchos, la rectificación de la RAE supone la victoria de los escritores en la batalla que los había enfrentado, en el seno de la academia, a los lexicógrafos.

Pero aquí no acaba la cosa. La polémica ha surgido de nuevo por la información difundida por la Academia en la red social Twitter, en la que se afirma que lo aprobado en el último pleno no modifica la Ortografía de 2010 y consiste únicamente en un cambio en la redacción de la norma para hacerla más clara. También señala que, si se pone tilde, hay que justificarlo.

El escritor y académico Arturo Pérez-Reverte ha manifestado su disgusto y ha acusado a la RAE de dar en twitter una información sesgada e inexacta asegurando que el pleno del próximo jueves, día nueve de marzo, será tormentoso.

El debate no está terminado en absoluto.

¿CONTINUARÁ?...

¿Dónde y cómo hay que justificar la colocación de tildes en estas palabras? Con lo poco que cuesta ponerlas, no entiendo muy bien para qué arriesgarse a la ambigüedad y si lo que se pretende es que no se tilden, por favor, no mareen más la perdiz. ¡Qué forma de complicarlo todo!

Yo, tanto en mi época de estudiante como de profesora de la asignatura de Lengua castellana, siempre pretendí estar al día en las normas ortográficas que iba dictando la RAE para intentar escribir con corrección, pero ahora, con tanto vaivén y contradicciones, es que no me entero. Espero que alguien, de verdad, nos lo aclare.

* Ver entrada “La guerra de la tilde (II)”.

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