Mimar los detalles es muy importante, porque la vida, al final, son detalles: un detalle con tu madre, con la persona con la que vives, con el amigo/a, con el compañero/a de trabajo…; un detalle en el aroma de una persona, la forma de vestir, de presentarse, de sentarse…; los detalles en el trabajo, en el “buenos días”, en el “gracias”, en el gesto, en la sonrisa, en la amabilidad…
Detalles. La vida se mide por ellos. A veces son sutiles y parecen imperceptibles, pero están ahí.
Lo nimio, lo sutil, los pequeños gestos son importantísimos. Cuidar los detalles impregna la calidad de las pequeñas cosas.
Hay momentos en que una vida depende de un detalle o que entre el fracaso y el éxito hay lo que llamamos un detalle.
En ocasiones, un detalle se recuerda toda la vida. Enseñemos y aprendamos a valorarlos.
Los detalles inesperados constituyen la chispa de la vida: dar sin esperar recibir, sorprender, ilusionar, gustar, a los seres queridos y a otros con los que hemos coincidido.
Coger el coche y hacer un viaje para interesarse por alguien que ha sido hospitalizado; comprar una caja de bombones y llevársela a quien no lo espera, etc.
Es así como la vida adquiere otro color, otro brillo y, además, se disfruta sobremanera. Créanme, merece la pena.
A veces lo normal puede se extraordinario
El poder de las pequeñas acciones
Las pequeñas cosas
Los pequeños gestos
Pequeños actos cotidianos de grandeza
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