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sábado, 15 de enero de 2011

Fábula de la hormiga maestra feliz

Todos los días, muy temprano, llegaba a su escuela la productiva hormiga maestra. Allí pasaba sus días trabajando en su aula y tarareando una canción de amor. Ella era productiva y feliz, pero no era supervisada.

El abejorro secretario de Educación General, consideró que eso no era posible y creó el puesto de director de Educación infantil, primaria y secundaria para lo cual, se contrató a un escarabajo con mucha experiencia en Administración de empresas y Organización escolar.

La primera preocupación del escarabajo director fue organizar la hora de llegada y de salida y también preparó hermosos informes. Era tanta la documentación, que pronto fue necesario contar con una secretaria para que ayudara a prepararlos. Contrataron a una araña muy picuda que organizó los archivos y se encargó del teléfono.

Mientras tanto, la hormiga maestra feliz trabajaba y trabajaba con sus alumnos y alumnas.

El abejorro secretario de educación estaba encantado con los informes del escarabajo director. Pidió cuadros comparativos, gráficos, indicadores de logro, estadísticas de aprovechamiento… Entonces fue necesario contratar a un gorgojo especialista en control escolar para ayudar al director y fue indispensable la adquisición de nuevos ordenadores con impresoras a color para el nuevo jefe de sector.

La hormiga maestra feliz dejó de tararear sus melodías y comenzó a quejarse de todo el papeleo que tenía que hacer ahora.

El abejorro secretario de educación observó un alza en los índices de deserción y de reprobación y consideró que era momento de adoptar medidas:

Crearon el cargo de supervisor de zona. El cargo fue para una cigarra que necesitó nuevos ordenadores. Cuando se tienen tantos ordenadores, hay que tener un ingeniero de sistemas. El cargo fue ocupado por un aguerrido piojo.

Con tanta información, el nuevo supervisor de zona necesitó un asistente y contrató a un grillo con experiencia para que le ayudara a preparar el plan estratégico de la zona y el proyecto anual de trabajo para la escuela donde trabajaba la hormiga maestra feliz.

La hormiga ya no tarareaba sus viejas melodías y cada vez se le notaba más apática, neurótica, estresada, desmotivada y ya no quería trabajar. Solo de imaginar que tenía que trabajar ahora hasta los sesenta y cinco años para poder jubilarse, le daba pánico.

“Vamos a tener que elevar la calidad educativa y perfeccionar a la hormiga maestra”.

Así que se contrató a una luciérnaga para dar cursos de perfeccionamiento.

Un día el secretario de educación, al revisar las cifras, se dio cuenta de que la escuela donde trabajaba la hormiga maestra feliz, tenía muchos alumnos/as con fracaso escolar. Así que contrató al búho, prestigioso consultor de evaluación, para que hiciera un diagnóstico.

El búho estuvo tres meses en la escuela y pronto emitió un informe:

“Hay demasiada gente en educación...”

El secretario de educación siguió el consejo del consultor y... despidieron a la hormiga infeliz.

Le dijeron que no era nada profesional porque nunca supo interpretar los verdaderos enfoques educativos ni las ideas de sus superiores.

Moraleja:

Si eres la hormiga maestra feliz, dependes de gente que no sabe qué es la educación, que sólo quieren quedar bien con sus jefes o sus votantes y que están en un despacho porque no consiguieron ser buenos maestros. Intenta seguir trabajando sin que nada te afecte.

Si eres cualquiera de los otros personajes...

¡Enhorabuena! ¡Lo conseguisteis!


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