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miércoles, 21 de febrero de 2024

Las necesarias caricias

Cada día me quedo con las ganas de abrazaros y cada día me guardo esas ganas para cuando el Universo (mi buen Dios) quiera hacernos coincidir.


Fuentes: “Gente nutritiva” de Bernardo Stamateas. “La importancia de las caricias en nuestras relaciones afectivas” en MejorconSalud. “7 Sorprendentes poderes psicológicos de las caricias” en MundoPsicólogos.

Los seres humanos somos animales sociales y, por tanto, necesitamos de otros para sobrevivir. El contacto físico, desde que nacemos hasta que morimos, es una necesidad biológica que nos lleva a buscar atención, refuerzo, amor y cariño de los demás.

Ningún otro sentido como el tacto, y dentro de él las caricias, nos pone en contacto tan directo con otro ser humano. Las caricias son esenciales para el desarrollo y el crecimiento de las personas. Nos referimos a las llamadas caricias afectivas, es decir, aquellas que nos hacen sentir bien, nos dan sensación de bienestar y aumentan nuestra autoestima. Caricias que recibimos o damos a nuestros familiares, nuestra pareja o a nuestros amigos y con las que recibimos o damos apoyo, comprensión o afecto.

Las caricias, como el sueño, tienen el poder de reconstituirnos. Químicamente, una simple caricia provoca que, de inmediato, se segregue oxitocina, la hormona de la felicidad y del placer. De esta forma, una caricia se convierte en algo satisfactorio y agradable que nos hace sentir bien. Por otro lado, una caricia reduce nuestro nivel de cortisol en sangre y, por tanto, hace que nos relajemos y reduzcamos el estrés y la ansiedad.

En el plano emocional, las caricias son símbolo de afecto y poseen un efecto vivificador, pues hacen que nos sintamos queridos y valorados.

La ciencia ha corroborado, a través de diversos estudios, que el contacto afectivo a través del tacto y las caricias nos hace mejores y más fuertes y que su necesidad sigue vigente a lo largo de toda nuestra vida.

Para el crecimiento saludable de un bebé, las caricias son algo absolutamente indispensable. Necesita ser sostenido en brazos, mirado, abrazado, acariciado. El calor físico, mediante el contacto con el cuerpo de su madre o su padre, hace que se sienta amado, cuidado y protegido.

A medida que el niño va creciendo, además del contacto físico, los padres lo acarician con acciones: lo toman de la mano, lo llevan y lo van a buscar al colegio, le controlan los deberes, le preparan el desayuno o la merienda... Cada acción que realizamos hacia nuestros hijos es una caricia que los acompañará durante toda la vida. Las palabras también acarician: cada vez que los aconsejamos, cuando conversamos con ellos e intercambiamos ideas, estamos dándoles caricias que ellos necesitan para su sano crecimiento y evolución.

En la adolescencia, muchas veces, los chicos evitan el contacto físico. En esta etapa comienzan a separar lo que es una caricia física de lo que es una caricia sexual. Esta es la razón por la que necesitan distanciarse físicamente de sus padres. Por tanto, en el transcurso de la adolescencia, lo fundamental será acariciarlos con las acciones y las palabras.

Las relaciones de pareja incluyen las caricias como un elemento central. Los abrazos y las caricias son consecuencia de la necesidad de estar cerca el uno del otro, de intimidad y complicidad. Las parejas que no se acarician, van enfriando, poco a poco, una relación que tiene muchas posibilidades de romperse.

Por último, los adultos mayores, que con frecuencia son más frágiles, están enfermos, solos o deprimidos, necesitan caricias físicas, de acción y de palabras, como expresión de ternura y de cariño, para sentirse queridos, apreciados e importantes.

No recibir suficientes caricias afectivas por parte de los demás puede hacer que nos sintamos más tristes y negativos. Una caricia puede alegrarle el día a cualquiera.

Son muchas las personas que no saben expresar sentimientos o emociones. Su personalidad o su educación, les impide poder demostrar su afectividad de modo abierto y sincero. Son personas que esperan que las demás lo hagan mientras ellas muestran cierta frialdad o lejanía. Se trata de un comportamiento distorsionado que puede ocasionar graves problemas a nivel familiar y/o de pareja.


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