Un hombre que vivía en un país donde no existían árboles de sándalo, llevaba tiempo obsesionado por saber cómo olía aquella madera ya que mucha gente le había contado maravillas acerca de su exótico aroma.
Para ello consultó con su maestro, el cual se limitó a regalarle un lápiz. Un poco decepcionado, el hombre usó el lápiz para escribir a sus amigos de otros países pidiéndoles que le mandasen un pedazo de la anhelada madera.
Escribió una carta tras otra, pero nunca obtenía contestación. Un día, mientras mordisqueaba el lapicero pensando en quién le quedaba por escribir, percibió un dulce perfume.
Fue entonces cuando se dio cuenta de que siempre lo había tenido en sus manos. El perfume que le embriagaba surgía del corazón de su propio lápiz de sándalo.
- A su imagen y semejanza
- Buscando la felicidad escondida
- Buscar en lugar equivocado
- Corazón de cebolla
- El ciervo almizclero
No hay comentarios
Publicar un comentario en la entrada