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miércoles, 23 de diciembre de 2020

Un cuento por Navidad (III): El niño descalzo

Cuento para niños y no tan niños

En ocasiones, el alma agradece ese almíbar capaz de traer al presente un poco del calor del hogar de tu niñez.


 “Petit Papa Noël”. Nana Mouskouri.

El niño descalzo (Cuento tradicional francés)

Hace mucho tiempo, en un remoto pueblo de Francia, vivía un niño llamado Pierre que era huérfano. Había perdido a sus padres cuando era muy pequeño y vivía con su tía, una mujer egoísta y avariciosa, que nunca había sido cariñosa con él. Vivían en una casa ruinosa, muy incómoda y fría en invierno. Sin embargo, el pequeño, que soportaba los malos tratos de su tía, tenía un corazón noble y bondadoso y era amable con los demás.

Pierre andaba siempre descalzo, pues su tía, que era muy tacaña, no le compraba zapatos desde hacía mucho tiempo. Cuando llegó el invierno, el niño se talló unos zuecos de madera para poder proteger sus pies de la nieve.

El día de Nochebuena, como cualquier niño, se encontraba muy nervioso por la llegada de Papá Noel. Dejaría sus zuecos junto a la ventana para que pudiera dejarle regalos.

Al salir de la Misa del Gallo, Pierre vio a un niño vestido de blanco que tiritaba de frío en un rincón de la calle. Estaba descalzo y a Pierre le dio tanta pena, que se quitó uno de sus zuecos y se lo dio.

Al regresar a casa, su tía se enfureció al verle:

—¡Ya has perdido uno de tus zuecos! —le regañó— ¡Pues no voy a dejar que gastes otro tronco de leña para tallar uno nuevo! Ahora te vas a la cama sin cenar.

Pierre se fue muy triste a la cama, pero, antes, dejó el zueco que le quedaba junto a la ventana.

A la mañana siguiente, corrió a ver su zueco y se quedó impresionado. ¡Papá Noel le había dejado un par de relucientes zapatos, un abrigo, un gorro, una bufanda, unos guantes, un cuaderno, lápices de colores y una pelota!

Fue corriendo a la ventana y, al mirar al cielo, descubrió el trineo de Papá Noel que se alejaba. A su lado iba un niñito vestido de blanco, que sostenía el zueco que él le había regalado. ¡El niño al que le regaló su zueco era el Niño Jesús!

En la medida en que des al mundo, el mundo te lo devolverá con creces. Dar para recibir. Sé generoso con quienes te rodean.


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