Hoy, día 7 de diciembre, se han presentado los resultados del Informe Pisa 2009:
España sigue por debajo de la media de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos) en comprensión lectora.
La comprensión lectora de los alumnos españoles ha mejorado en la última Evaluación Internacional de Estudiantes de la OCDE (PISA 2009) en comparación con 2006, pues se sitúa al nivel de 2003, aunque por debajo del año 2000, mientras que los resultados en matemáticas y ciencias se mantienen “estables”.
Entre las 14 Comunidades autónomas participantes, Murcia está prácticamente en la media española y por debajo se encuentran Andalucía, Baleares y Canarias, además de Ceuta y Melilla.
El problema es que los políticos, en realidad, no hablan de educación sino de política y no nos queda más remedio que seguir a las órdenes de nuestros muy democráticos gobernantes.
Desde que la generación anterior a la LOGSE dejó las escuelas e institutos allá por el 2001, la calidad de la educación ha tocado cifras muy pero que muy penosas. Mientras tanto, legislatura tras legislatura, campaña electoral, tras campaña electoral, hemos visto a gran número de políticos que han pasado del tema olímpicamente, tocándolo solamente para arrancar algún que otro voto.
No nos damos cuenta, e incluso puede que haya personas a las que no les interese que nos demos cuenta, pero hay una cosa que deberíamos tener muy clara: una sociedad poco formada, que suspende en la gran mayoría de materias evaluadas por el informe PISA, es una sociedad con un futuro muy negro. Esto significa una crisis mayúscula que abarca una crisis social, ideológica, económica… que nos deja muy poca maniobra de mejora porque, una vez has entrado en ese círculo vicioso de incultura, es muy difícil poder salir.
Los niños y jóvenes de hoy serán los que el día de mañana organicen nuestro país. Si la educación no funciona, partimos en clara desventaja respecto a otros países de nuestro entorno. Se nos ponen las cosas muy difíciles para poder luchar cara a cara con nuestros competidores extranjeros en este mundo cada vez más globalizado y competitivo.
Arturo Pérez-Reverte escribió un artículo demoledor en el XL-Semanal el 23 de Diciembre de 2007, cuando salió el informe Pisa 2006.
Como siempre, ácido y genial. Durísimas pero certeras palabras.
Permitidme tutearos, imbéciles.
«Cuadrilla de golfos apandadores, unos y otros. Refraneros casticistas analfabetos de la derecha. Demagogos iletrados de la izquierda. Presidente de este Gobierno. Ex presidente del otro. Jefe de la patética oposición. Secretarios generales de partidos nacionales o de partidos autonómicos. Ministros y ex ministros –aquí matizaré ministros y ministras– de Educación y Cultura. Consejeros varios. Etcétera. No quiero que acabe el mes sin mentaros –el tuteo es deliberado– a la madre. Y me refiero a la madre de todos cuantos habéis tenido en vuestras manos infames la enseñanza pública en los últimos veinte o treinta años. De cuantos hacéis posible que este autocomplaciente país de mierda sea un país de más mierda todavía. De vosotros, torpes irresponsables, que extirpasteis de las aulas el latín, el griego, la Historia, la Literatura, la Geografía, el análisis inteligente, la capacidad de leer y por tanto de comprender el mundo, ciencias incluidas. De quienes, por incompetencia y desvergüenza, sois culpables de que España figure entre los países más incultos de Europa, nuestros jóvenes carezcan de comprensión lectora, los colegios privados se distancien cada vez más de los públicos en calidad de enseñanza, y los alumnos estén por debajo de la media en todas las materias evaluadas.
Pero lo peor no es eso. Lo que me hace hervir la sangre es vuestra arrogante impunidad, vuestra ausencia de autocrítica y vuestra cateta contumacia. Aquí, como de costumbre, nadie asume la culpa de nada. Hace menos de un mes, al publicarse los desoladores datos del informe Pisa 2006, a los meapilas del Pepé les faltó tiempo para echar la culpa de todo a la Logse de Maravall y Solana –que, es cierto, deberían ser ahorcados tras un juicio de Nuremberg cultural–, pasando por alto que durante dos legislaturas, o sea, ocho años de posterior gobierno, el amigo Ansar y sus secuaces se estuvieron tocando literalmente la flor en materia de Educación, destrozando la enseñanza pública en beneficio de la privada y permitiendo, a cambio de pasteleo electoral, que cada cacique de pueblo hiciera su negocio en diecisiete sistemas educativos distintos, ajenos unos a otros, con efectos devastadores en el País Vasco y Cataluña. Y en cuanto al Pesoe que ahora nos conduce a la Arcadia feliz, ahí están las reacciones oficiales, con una consejera de Educación de la Junta de Andalucía, por ejemplo, que, tras veinte años de gobierno ininterrumpido en su feudo, donde la cultura roza el subdesarrollo, tiene la desfachatez de cargarle el muerto al “retraso histórico”. O una ministra de Educación, la señora Cabrera, capaz de afirmar impávida que los datos están fuera de contexto, que los alumnos españoles funcionan de maravilla, que “el sistema educativo español no sólo lo hace bien, sino que lo hace muy bien” y que éste no ha fracasado porque “es capaz de responder a los retos que tiene la sociedad”, entre ellos el de que “los jóvenes tienen su propio lenguaje: el chat y el sms”. Con dos cojones.
Pero lo mejor ha sido lo tuyo, presidente –recuérdame que te lo comente la próxima vez que vayas a hacerte una foto a la Real Academia Española–. Deslumbrante, lo juro, eso de que “lo que más determina la educación de cada generación es la educación de sus padres”, aunque tampoco estuvo mal lo de “hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que tenemos”. Dicho de otro modo, lumbrera: que después de dos mil años de Hispania grecorromana, de Quintiliano a Miguel Delibes pasando por Cervantes, Quevedo, Galdós, Clarín o Machado, la gente buena, la culta, la preparada, la que por fin va a sacar a España del hoyo, vendrá en los próximos años, al fin, gracias a futuros padres felizmente formados por tus ministros y ministras, tus Loes, tus educaciones para la ciudadanía, tu género y génera, tus pedagogos cantamañanas, tu falta de autoridad en las aulas, tu igualitarismo escolar en la mediocridad y falta de incentivo al esfuerzo, tus universitarios apáticos y tus alumnos de cuatro suspensos y tira p’alante. Pues la culpa de que ahora la cosa ande chunga, la causa de tanto disparate, descoordinación, confusión y agrafía, no la tenéis los políticos culturalmente planos. Niet. La tiene el bajo rendimiento educativo de Ortega y Gasset, Unamuno, Cajal, Menéndez Pidal, Manuel Seco, Julián Marías o Gregorio Salvador, o el de la gente que estudió bajo el franquismo: Juan Marsé, Muñoz Molina, Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron, Ignacio Bosque, Margarita Salas, Luis Mateo Díez, Álvaro Pombo, Francisco Rico y algunos otros analfabetos, padres o no, entre los que generacionalmente me incluyo.
Qué miedo me dais algunos, rediós. En serio. Cuánto más peligro tiene un imbécil que un malvado».
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