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viernes, 25 de noviembre de 2011

Reencarnaciones. (Por la igualdad de género)

Desde este blog, quiero celebrar el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer” que, desde que fue aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1999, se celebra cada 25 de noviembre. Se escogió este día en memoria de las hermanas Mirabal, activistas políticas dominicanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por órdenes del dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo.

“Reencarnaciones” es el título del poema que he seleccionado para esta entrada. Obtuvo en 1992 el primer premio en el concurso de poesía “Gabriela Mistral” en Quito, Ecuador. Su autora es Jenny Londoño López que nació en Guayaquil, en 1952. Socióloga, historiadora y escritora, ha dedicado la mayor parte de su vida a luchar por los derechos humanos de los sectores más desfavorecidos y por los derechos de las mujeres.

Reencarnaciones

 Voz: Mercedes Pérez. Música: “O Fortuna. Carmina Burana”. Carl Orff.

«Vengo desde el ayer, desde el pasado oscuro y olvidado, con las manos atadas por el tiempo, con la boca sellada desde épocas remotas.

Vengo cargada de dolores antiguos, recogidos por siglos, arrastrando cadenas largas e indestructibles.

Vengo desde la oscuridad del pozo del olvido, con el silencio a cuestas, con el miedo ancestral que ha corroído mi alma desde el principio de los tiempos.

Vengo de ser esclava por milenios, esclava de maneras diferentes: sometida al deseo de mi raptor en Persia, esclavizada en Grecia; bajo el poder romano, convertida en vestal; en las tierras de Egipto, ofrecida a los dioses de ritos milenarios; vendida en el desierto o canjeada como una mercancía.

Vengo de ser apedreada por adúltera en las calles de Jerusalén por una turba de hipócritas, pecadores de todas las especies, que clamaban al cielo mi castigo.

He sido mutilada en muchos pueblos para privar mi cuerpo de placeres y convertida en animal de carga, trabajadora y paridora de la especie.

Me han violado sin límite, en todos los rincones del planeta, sin que cuente mi edad madura o tierna o importe mi color o mi estatura.

Debí servir ayer a los señores, prestarme a sus deseos, entregarme, donarme, destruirme, olvidarme de ser una entre miles.

He sido barragana de un señor de Castilla, esposa de un marqués y concubina de un comerciante griego; prostituta en Bombay y Filipinas y siempre ha sido igual mi tratamiento.

De unos y de otros siempre esclava, de unos y de otros, dependiente; menor de edad en todos los asuntos; invisible en la historia más lejana; olvidada en la historia más reciente.

Yo no tuve la luz del alfabeto durante largos siglos. Aboné con mis lágrimas la tierra que debí cultivar desde mi infancia.

He recorrido el mundo en millares de vidas que me han sido entregadas una a una.

Y he conocido a todos los hombres del planeta: los grandes y pequeños, los bravos y cobardes, los viles, los honestos, los buenos, los terribles.

Mas casi todos llevan la marca de los tiempos. Unos manejan vidas como amos y señores, asfixian, aprisionan, succionan y aniquilan.

Otros manejan almas: comercian con ideas, asustan o seducen, manipulan y oprimen.

Unos cuentan las horas con el filo del hambre, atravesado en medio de la angustia. Otros viajan desnudos por su propio desierto y duermen con la muerte en la mitad del día.

Yo los conozco a todos. Estuve cerca de unos y de otros, sirviendo cada día, recogiendo las migajas, bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma.

He recorrido todos los caminos. He arañado paredes y ensayado cilicios tratando de cumplir con el mandato de ser como ellos quieren, mas no lo he conseguido.

Jamás se permitió que yo escogiera el rumbo de mi vida. He caminado siempre en una disyuntiva: ser santa o prostituta.

He conocido el odio de los inquisidores que en nombre de "la santa madre iglesia" condenaron mi cuerpo a su sevicia o a las infames llamas de la hoguera.

Me han llamado de múltiples maneras: bruja, loca, adivina, pervertida, aliada de Satán, esclava de la carne, seductora, ninfómana, culpable de los males de la tierra.

Pero seguí viviendo, arando, cosechando, cosiendo, construyendo, cocinando, tejiendo, curando, protegiendo, pariendo, criando, amamantando, cuidando, y sobre todo amando.

He poblado la tierra de amos y de esclavos, de ricos y mendigos, de genios y de idiotas, pero todos tuvieron el calor de mi vientre, mi sangre y mi aliento y se llevaron un poco de mi vida.

Logré sobrevivir a la conquista brutal y despiadada de Castilla en las tierras de América, pero perdí mis dioses y mi tierra y mi vientre parió a gente mestiza, después de que el castellano me tomara por la fuerza.

Y en este continente mancillado proseguí mi existencia, cargada de dolores cotidianos. Negra y esclava en medio de la hacienda, me vi obligada a recibir al amo cuantas veces quisiera, sin poder expresar ninguna queja.

Después fui costurera, campesina, sirvienta, labradora, madre de muchos hijos miserables, vendedora ambulante, curandera, cuidadora de niños y de ancianos, artesana de manos prodigiosas, tejedora, bordadora, obrera, maestra, secretaria o enfermera.

Siempre sirviendo a todos, convertida en abeja o sementera, cumpliendo las tareas más ingratas, moldeada como cántaro por las manos ajenas.

Y un día me dolí de mis angustias. Un día me cansé de mis trajines, abandoné el desierto y el océano, bajé de la montaña, atravesé las selvas y confines y convertí mi voz dulce y tranquila en bocina del viento, en grito universal y enloquecido.

Y convoqué a la viuda, a la casada, a la mujer del pueblo, a la soltera, a la madre angustiada, a la fea, a la recién parida, a la violada, a la triste, a la callada, a la hermosa, a la pobre, a la afligida, a la ignorante, a la fiel, a la engañada, a la prostituta.

Vinieron miles de mujeres, juntas, a escuchar mis arengas. Se habló de los dolores milenarios, de las largas cadenas que los siglos nos cargaron a cuestas.

Y formamos con todas nuestras quejas un caudaloso río que empezó a recorrer el universo, ahogando la injusticia y el olvido.

El mundo se quedó paralizado. ¡Los hombres sin mujeres no caminan!

Se pararon las máquinas, los tornos, los grandes edificios y las fábricas, ministerios y hoteles, talleres y oficinas, hospitales y tiendas, hogares y cocinas.

Las mujeres, por fin, lo descubrimos. ¡Somos tan poderosas como ellos y somos muchas más sobre la tierra! ¡Más que el silencio y más que el sufrimiento! ¡Más que la infamia y más que la miseria!

Que este canto resuene en las lejanas tierras de Indochina, en las arenas cálidas del África, en Alaska o en América Latina, llamando a la igualdad entre los géneros, a construir un mundo solidario, a conjugar ternura, paz y vida, a beber de la ciencia sin distingos; a derrotar el odio y los prejuicios, el poder de unos pocos, las mezquinas fronteras; a amasar con las manos de ambos sexos, el pan de la existencia».

Son necesarios el compromiso de los Estados y de la comunidad internacional en general, para conseguir la eliminación de toda violencia, en todas sus formas, contra la mujer.

Entre todos, entre todas, podemos hacer el cambio.


2 comentarios

  1. Gracias queridas amigas y compañeras de luchas. Les agradezco por haber incluido mi poema Reencarnaciones en su sitio Web. Pasó mucho tiempo sin que se hubiera reconocido mi autoría porque alguien lo publicó sin colocarla y le fueron cambiando palabras que no entendían o simplemente le colocaban lo que pensaban que debía decir. Ahora he leido la versión que Uds. han publicado y les agradezco porque es la versión mía original, sin cambios ni añadidos. Vivo en Ecuador, Sudamérica. Me ha pasado luchando toda mi vida por los derechos de nuestros pueblos, por los derechos de las mujeres, por el derecho de todos los seres humanos a su desarrollo, al acceso a los recursos vitales, a la educación, a la creación, a decidir sobre su destino y sobre su vida. Felicitaciones por esta página, es excelente el contenido y la presentación. Un abrazo para todas sus lector@s y para quienes la escriben y publican.

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    1. Saludos, Jenny. Su comentario ha sido para mí una grata sorpresa. Considero un honor haber contribuido a difundir su poema "Reencarnaciones". Gracias por su trabajo, dedicación y ejemplo.

      Me gustaría aclararle que "Si yo cambio, todo cambia" es un blog personal y no la labor de un equipo. Me alegra que le guste.

      Le agradezco su comentario. Reciba, junto a mis mejores deseos, un abrazo.

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