Con el nuevo año, el 11 de enero, nació mi segundo sobrino-nieto. Álvaro es su nombre. Su nacimiento ha llenado de felicidad no solo a sus padres y hermana, sino a todo el “clan” del que considero formar parte.
Yo que, para lo bueno y para lo malo, he construido mi vida sobre la base de mi familia, cuando los jóvenes se independizan, se casan, tienen hijos…, no puedo evitar percibir súbitamente cómo pasan los años y experimento un sentimiento de soledad que hace que me cuestione mi lugar en la vida.
Es, por una parte, un sentimiento de tristeza y pérdida, pero, por otra, es tal la alegría de mi corazón, que pronto vuelvo a sentir, con renovadas fuerzas, que la vida continúa y que el ciclo se repite. Inexorablemente.
Álvaro ni siquiera sospecha, ¿o sí?, lo afortunado que es por la familia que tiene y por todo el amor que ha recibido, recibe y recibirá.
Mi querido Álvaro: doy gracias al cielo por haber cruzado nuestros caminos y deseo que vivas una VIDA con mayúsculas.
- Él vive en ti
- La pregunta es ¿quién eres tú?
- Mi canción de gratitud
- No te ahogues en un vaso de agua
- Para Lucía. Te deseo...
Álvaro, seguro que también dará las gracias por haber cruzado su vida con una tía-abuela tan especial y "mágica".
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