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jueves, 18 de septiembre de 2014

La infoxicación

La palabra infoxicación es un neologismo acuñado por el físico y experto en comunicación Alfons Cornella para definir el exceso de información.


Fuente: “365 ideas para cambiar tu vida” de Francesc Miralles.

El ser humano, como todas las especies, recoge y asimila aquella información esencial para su supervivencia, pero si nuestro cerebro recibe una lluvia constante de estímulos, corremos el riesgo de ahogarnos en un mar de información que seremos incapaces de gestionar. Cuando eso sucede, la información se convierte en infoxicación. Este término describe el estado de estrés que sufre el ser humano ante la actual sobrecarga intelectual.

A medida que multiplicamos la información, de ser buena pasa a ser contaminante. En Estados Unidos, se ha tipificado un nuevo trastorno psicológico: el IFS, Information Fatigue Syndrome (Síndrome de fatiga por información). La persona que lo sufre experimenta confusión mental, angustia y miedo a colapsarse.

En el estresante ámbito de la infoxicación, tenemos miedo a “perdernos algo importante” si nos desconectamos del correo electrónico o del móvil, por no hablar de las redes sociales como Facebook o Twiter, que generan toneladas de información que no necesitamos.

Algunas medidas contra la infoxicación:

- Apagar el televisor en casa, a no ser que se trate de un programa de habíamos decidido previamente ver. Si no estamos acostumbrados al silencio o vivimos en un bloque ruidoso, podemos sustituir el rumor de la televisión por un disco de música clásica.

- Desconectar el móvil unas cuantas horas al día; durante las comidas, por ejemplo. Solo así lograremos salir del estado de alerta que nos va fatigando durante la jornada y lograremos un descanso mental.

- Evitar los medios con exceso de publicidad, pues contribuyen a sobrecargar nuestra atención. El número diario de mensajes publicitarios que recibe un ciudadano medio ha pasado de ser de quinientos en 1970, que no son pocos, a ser más de tres mil en la actualidad.

- Introducir filtros para el correo electrónico y pedir a nuestros contactos que no nos manden correos que no sean personales.

- Hacer “ayunos” de información. Así como el cuerpo necesita depurarse de vez en cuando, la mente precisa eliminar la información inútil a través de una pausa. Sorprendentemente, descubriremos que el mundo no se viene abajo porque no estemos conectados.

- Practicar la atención plena. La meditación es tan eficaz como “tirar de la cadena”, pues nos ayuda a vaciar la mente al centrar nuestros sentidos en una sola cosa; por ejemplo, el aire que entra y sale por las fosas nasales.

Solo si descartamos la información que no necesitamos, lograremos centrar nuestra atención en aquello que nos es vital. Hemos de replantearnos la vida para poner en su sitio las verdaderas prioridades. Tal vez entonces nos demos cuenta de que, para llevar una vida con sentido, no necesitamos estar al día de todo o saber lo que hacen otras personas en cada momento.

Algo similar les está pasando, desde otra perspectiva, a nuestros niños. Este mes de septiembre cumplo treinta años en la escuela y me abruma ver que cada vez hay más alumnos sometidos a una sobre-estimulación, a una sobrecarga intelectual y a no sé cuántas actividades extraescolares que se “suponen” divertidas, creativas y maravillosas... Son niños y niñas estresados, que muchas veces experimentan angustia, nerviosismo o hiperactividad y, con frecuencia, son incapaces de concentrarse, tienen una atención dispersa y conductas agresivas. Creo que estamos cometiendo un gran error.


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