La principal lección que nos enseñan las personas que se han enfrentado a enfermedades terminales es la de vivir cada día en su máxima plenitud, pues cuando reconocemos la realidad de la propia muerte nos damos cuenta de que seguimos vivos, que debemos vivir nuestra vida ahora y que lo único que tenemos es esta vida en este momento. Ésta es, sobre todo, una lección para las personas que aún tienen tiempo para hacer cambios y disfrutar de los resultados.
¿Cuándo fue la última vez que contemplaste de verdad el mar, o percibiste el olor de la mañana, o acariciaste la cabecita de un bebé, o disfrutaste plenamente de una comida, o paseaste descalzo en la hierba, o contemplaste el cielo azul? Todas éstas son experiencias que, por lo que sabemos, tal vez no tengamos de nuevo.
Muchos de nosotros vivimos cerca del mar, pero nunca nos tomamos el tiempo de verlo sosegadamente. Todos vivimos bajo las estrellas, pero ¿contemplamos alguna vez el cielo? ¿Realmente tocamos y saboreamos la vida, vemos y sentimos lo extraordinario, especialmente en lo ordinario?
Hay un refrán que expresa que, cada vez que un niño nace, Dios ha decidido darle al mundo una nueva oportunidad. Del mismo modo, cada día que despiertas te han regalado un día más para experimentar la vida. ¿Cuándo fue la última vez que viviste plenamente un nuevo día?
No tendrás otra vida como ésta. Nunca volverás a desempeñar este papel y experimentar esta vida tal como se te ha dado. Nunca volverás a experimentar el mundo como en esta vida, en esta serie de circunstancias concretas, con estos padres, hijos y familiares. Nunca tendrás los mismos amigos otra vez. Nunca experimentarás de nuevo la tierra en este tiempo con todas sus maravillas.
No esperes para echar una última mirada al océano, al cielo, a las estrellas o a un ser querido. Ve a verlo ahora.
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impresionante!!!, como sacarte un velo que te ciega!!
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