Diálogo entre hermanos:
—No puedo más. Me falta oxígeno, ni siquiera me puedo mover.
—Debes resistir. Esto pasará.
—No lo creo, hermano. Todo ha ido empeorando en las últimas horas. Las paredes tiemblan y alrededor todo se deteriora rápidamente.
—Lo sé, pero este lugar es nuestra única posibilidad. Tienes que aguantar.
—Es que no puedo seguir así. Creo que será mejor que me deje llevar por la corriente.
—No lo hagas, hermano. Si te sueltas serás arrastrado hacia el agujero que conduce a la muerte y la destrucción. Vamos, esfuérzate un poco más.
—Ya lo he decidido, no voy a quedarme aquí esperando la muerte. Quizá, si me suelto, haya otra posibilidad. Ni siquiera sabemos qué hay al otro lado…
—¿Otra posibilidad? ¿De qué hablas? ¿Qué comerás? ¿Cómo te cuidarás de los golpes? ¿Y el frío y el calor? Es una locura. Vamos, aférrate a mí.
—No. Basta ya.
Y dicho esto el más pequeño se soltó de su amarra y fue arrastrado hacia abajo, hacia el negro agujero de lo desconocido.
Su hermano lo miró desaparecer con angustia y creyó escuchar, unos segundos después, el llanto desesperado de su hermano del otro lado del agujero.
“Pobre —pensó—, una muerte horrible”.
Afuera, su hermano lloraba hinchando sus pulmones de aire fresco.
Había nacido.
- Antes de nacer
- El umbral de la muerte
- “Estoy bien”. Juan José Benítez
- Historia de un sueño (II)
- La dama y la muerte
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