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sábado, 12 de septiembre de 2015

Cuestión de fe

Este cuento, de autor desconocido, está incluido en el libro “Cuentos con alma” de Rosario Gómez.

«Cuentan que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación; pero cometió el error de subir solo, sin compañeros, pues quería toda la gloria para él.

Empezó a subir de buena mañana sin detenerse en ningún momento, se fue haciendo tarde y más tarde, pero no se detuvo para acampar, sino que continuó subiendo decidido a llegar a la cima; pero la noche cayó…

Noche cerrada, cielo cubierto; no se podía ver absolutamente nada, todo era negro: visibilidad cero.

Subiendo por un acantilado, a solo cien metros de la cima, el osado andinista resbala y cae a velocidad vertiginosa… Solo podía ver veloces manchas más oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.

Seguía cayendo y en esos angustiosos momentos le pasaron por su mente todos los gratos y los no tan gratos momentos de su vida, pues él pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente, sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos…

¡Sí!, como todo andinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.

En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedó más que gritar.

—¡Ayúdame, Dios mío! ¡Ayúdame, Dios mío!

Y una voz grave y profunda de los cielos, le contestó:

—¿Qué quieres que haga?

—¡Sálvame, Dios mío!

—¿Realmente crees que te pueda salvar?

—¡Por supuesto, Dios mío!

—Entonces, ¡corta la cuerda que te sostiene!

Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda, y reflexionó…

Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontró colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado con fuerza, con las manos y los pies, a una cuerda… ¡A dos metros del suelo!

La fe mueve montañas… pero tenemos que, en verdad, vivir la vida con fe.


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