Definimos la ecuanimidad como el equilibrio del ánimo, la estabilidad del humor, la firmeza de mente… Para Ramiro Calle, cuyo libro “Terapia espiritual” ha sido fuente para la realización de esta entrada, es la cualidad de las cualidades, la gran cualidad.
Cuando nos vemos cara a cara con lo inevitable, ella es nuestro consuelo y nos auxilia para no añadir sufrimiento al sufrimiento y precipitarnos en la desesperación, la angustia o la depresión.
La persona ecuánime mantiene el ánimo templado ante la fortuna y el infortunio. No se deja atrapar ni por la exaltación ni por la melancolía, no se turba en exceso y mantiene la serenidad en la dificultad. No se deja llevar por el excesivo abatimiento, ni se lamenta continuamente ni se deja invadir por negativos estados anímicos. Incluso en los momentos más complicados, trata de recuperar el equilibrio y la estabilidad interiores.
La ecuanimidad no es resignación fatalista ni falta de sensibilidad, ni frialdad ni indiferencia. Esta cualidad se desencadena cuando comprendemos la dinámica de la existencia, siempre cambiante. Si todo cambia, la actitud más sabia es la firmeza y el equilibrio de la mente, más allá de los extremos. La persona ecuánime sabe que todo pasa, y por ello ni se siente eufórica con lo favorable ni se deprime con lo desfavorable. Se trata se mirar los acontecimientos con visión panorámica y tratar de hallar un punto de equilibrio entre los extremos.
La ecuanimidad custodia la mente y la sanea, y no permite que ésta se vea sumida en estados de desdicha y autocompasión. Cuando tendemos a desanimarnos, la ecuanimidad nos da nueva energía, fortalece el carácter y cuando desfallecemos, nos ayuda a reconfortarnos. Ayuda también a mejorar la relación con los demás, pues la persona ecuánime es más amorosa, justa, imparcial y comprensiva. Evita, además, que nos convirtamos en personas sensibleras o pusilánimes.
Nuestra mente es perfeccionable y desarrollable. Sus potenciales pueden activarse y actualizarse. La ecuanimidad puede cultivarse. Podemos ganar ecuanimidad trabajando en el autoconocimiento, el control de la mente, la compasión hacia los demás, la visión lúcida de los fenómenos, la disciplina emocional y la práctica de la meditación.
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