«Érase un escorpión que quería atravesar un río, pero como no sabía nadar temía ahogarse. ¿Qué hacer? De pronto vio una rana y se dirigió a ella.
–Amiga rana, sé hasta qué punto las ranas sois buenas y he de pedirte un gran favor. Quiero vadear este río, pero no sé nadar. Te agradecería mucho que me ayudases a cruzarlo llevándome en tu espalda.
–Pero un escorpión es muy peligroso. Tu veneno es mortal y me picarías y me arrebatarías la vida.
–Te aseguro que no, ranita. Nunca haría eso. Date cuenta de que si yo te picara, nos hundiríamos los dos y yo también moriría.
El razonamiento le pareció convincente a la rana. Como era de naturaleza bondadosa y le gustaba cooperar, le dijo al escorpión:
–De acuerdo, amigo.
Se acercó al escorpión y éste se subió a la espalda. La rana se echó a nadar. Habían alcanzado ya el centro del río, cuando, de repente, sin mediar palabra, el escorpión picó a la rana en la cabeza.
–¡Oh, Dios mío! –exclamó la rana antes de morir, para preguntarle después–: ¿Por qué lo has hecho?
A punto de ahogarse, el escorpión respondió:
–No sabes cuánto lo siento, pero está en mi naturaleza picar.
A continuación, la rana y el escorpión fueron tragados por las arrolladoras aguas del río».
Moraleja: Ayuda a quien quiera ser ayudado, pero protégete. Hay malas personas que emplearán todos los ardides posibles para embaucarte. No te engañes creyendo que son igual que tú. Sacarán su maldad sin importarles las consecuencias de sus actos, incluso dañándose a sí mismos. Si puedes evitarlo, no te acerques a esa clase de personas. Protégete.
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En Argentina muchos le creímos al Sr. MM pero MM es MM
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