Cierra los ojos e intenta visualizar por un momento el amanecer más bonito que hayas visto en tu vida. Recuérdalo y disfrútalo como si lo estuvieses viendo ahora mismo. Si solo hubiese un amanecer en el mundo, y solo uno, sería sin lugar a dudas el mayor espectáculo de la tierra y seguro que ninguna persona querría perdérselo, pero como no cuesta dinero y es algo que sucede todos los días, damos por hecho que el amanecer no es valioso.
Así ocurre con tantas y tantas cosas que tenemos a nuestro alrededor. Como se producen de forma automática, ni las valoramos ni reparamos en ellas.
Agradece todos los grandes y pequeños milagros que ocurren cada día en tu vida. Recuerda que la palabra milagro viene de la raíz latina “mirari”, que significa “mirar atentamente”.
Si miras con atención a tu alrededor te darás cuenta de que todo lo que nos rodea es un milagro. El amanecer, el atardecer, tu familia, tu tiempo, tus cosas, tu casa, tu trabajo, el aire que respiras, el agua, el viento, el sol… Tu vida es un milagro. Tú mismo eres un milagro.
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