La expresión “no hay justicia en el mundo” nos resulta familiar. Se escucha todo el tiempo. Todos la hemos dicho alguna vez.
Cada uno tiene sus sueños, expectativas, ilusiones con respecto al presente y futuro, y cuando se presenta un abismo entre ese deseo y lo que la realidad nos ofrece, salta inmediatamente ¡la vida no es justa! Esa frase es un clásico, que cuando llega a un extremo de enojo o decepción termina por transformarse en ¡la vida es una "puta mierda"!
La vida no es justa o injusta, la vida solo transcurre y no podemos hablar de ella como si se hubiera encariñado o ensañado con nosotros. En tal caso, las personas son los artífices, los que modelan y dan las características a la existencia.
Debemos recordar que el exterior es reflejo de nuestro interior y atraemos aquello en lo que pensamos. Si sentimos caos, temor y sufrimiento, nuestra realidad se configurará con esos elementos. Es inevitable.
Decir que la vida, incluido todo lo que hay en ella, es una porquería o injusta representa estar negados a todo lo hermosos que hay a nuestro alrededor, y no nos permite absorber, degustar y disfrutar toda la belleza que nos circunda y que nos brinda la posibilidad de vivir en armonía, con tranquilidad y felicidad en el corazón.
- Las expectativas
- Mala o buena suerte... ¿Quién sabe?
- Mi mayor bien
- Todo está bien
- Todo ha sido previsto
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