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miércoles, 17 de julio de 2019

El poder de la gratitud

Fuente: “Soluciones prácticas” de Bernardo Stamateas.

Todos conocemos gente que, a pesar de tener mucho, vive quejándose por lo que le falta. La persona insatisfecha, el autoexigente, siempre mira lo que le falta, y eso le genera una constante sensación de pérdida.

Por otra parte, también hay personas agradecidas por lo que tienen, aunque esto sea poco. No es difícil notar la plenitud y la alegría de quienes integran este segundo grupo. Son personas generosas, que ayudan al que está en necesidad, que ponen a disposición del otro cuanto poseen. Esta es la razón por la que, tarde o temprano, aquello que no tenían y necesitaban llega a sus manos.

Existen dos tipos de gratitud: el acto y la actitud. Dar las gracias como acto obedece a algo específico. Por ejemplo, yo te doy las gracias porque me llamaste en ese momento en el que yo estaba mal. La actitud, en cambio, es más general, es cuando yo le doy gracias a la vida, es decir, tengo una actitud positiva de agradecimiento, de esperanza, por todo lo que la vida me ha dado.

Las dos variantes son poderosas, sobre todo si van juntas, pero, sin embargo, el acto es más fuerte que la actitud.

Para cultivar la gratitud, necesitamos aprender a pararnos desde el lugar de lo que tenemos y no desde el lugar de lo que nos falta, y, desde esa posición, ser agradecidos. Dar las gracias pone el foco en lo que logramos. Todos tenemos motivos para dar gracias cada día. Por ejemplo: si tuvimos que aparcar lejos el coche porque estaba todo lleno, diremos: “Gracias porque tengo coche”. No para resignarnos sino para disfrutar con alegría de lo que ya se tiene.

Los terapeutas Mark Belyebach y Marga Herrero de Vega, proponen en su libro “200 tareas en terapia breve” un ejercicio, denominado “Las tres gracias”, que consiste en identificar, cada día, tres pequeños actos:

- Lo que uno hace hacia el otro. Cuando hacemos el bien, este vuelve a nosotros y, además, nos sentimos útiles.

- Lo que la otra persona ha hecho hacia uno. Muchas veces perdemos de vista que alguien nos ayudó, nos tendió una mano, se interesó por cómo estábamos, por eso es importante que recordemos ser agradecidos con la gente que con un pequeño o gran gesto no hace bien.

- Lo que uno hace hacia sí mismo. Disfrutar de un café, comprarnos algo que queríamos hace mucho, darnos un gusto… son placeres que nos regalamos a nosotros mismos y que nos reconfortan.

Una vez reconocidos estos actos, daremos las gracias por haber recibido ayuda, por ayudar a otros y por habernos ayudado a nosotros mismos a través de pequeños gestos.

Dar las gracias es algo poderoso. Cuando damos gracias por lo que tenemos viene lo que nos falta.


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