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domingo, 20 de octubre de 2019

Mariposas (IV)

“Aunque hayas abandonado este mundo, mi amor, inquebrantable, no parará de crecer…”

 “River flows in you”. Martin Ermen.


Fuente: “El algoritmo de la felicidad” de Mo Gawdat.

«Me encantan las mariposas. Me da igual el tipo, el color o el tamaño. Simplemente las adoro. No tengo por qué poseerlas y ni siquiera es necesario que las vea. Me hace feliz que existan. Me gustan tanto que querría abrazarlas. Pero no lo hago. Aparto esa abrumadora sensación de amor cada vez que nuestros caminos se cruzan. Creo que ellas lo saben porque no se acercan mucho a mí. A veces, de camino al trabajo, una mariposa vuela graciosamente delante de mí. Aterrizará serenamente en una rama interpuesta en mi camino, como si dijera: “Me quedaré aquí y haré como que no miro para que puedas disfrutar de mi presencia”. Al pasar, revolotea a mi alrededor y vuelve a aterrizar frente a mí. No me detendré, y ella tampoco. ¿Coincidencia? Creo que no. En todo caso, no me importa, porque he amado a todas las mariposas que han existido siempre.

También me gustan. Me gustan sus patrones, su belleza, su gracia. Admiro su viaje vital de oruga a reina de la belleza, su paso a través de las dificultades y la incertidumbre del capullo. Aprecio el trabajo que hacen al polinizar las flores y respeto la perseverancia que demuestran en sus breves vidas, a pesar de su fragilidad.

Gustar, admirar, apreciar y respetar son sentimientos diferentes y todos difieren del amor. Me gusta y admiro por razones específicas. Que me gusten los patrones de una mariposa depende de lo hermosa que sea una mariposa en concreto. Si su color es gris pálido y es poco atractiva, la admiración puede desaparecer. Sin embargo, mi amor por ella permanece.

Las emociones son pasajeras: aparecen cuando una situación las propicia y desaparecen cuando esa misma razón se desvanece. Sin embargo, el amor, el verdadero amor, es real y simplemente está ahí, inexplicable, inmutable, sin apoyarse en ninguna razón. Por eso, aunque el ser amado abandone este mundo, el amor, inquebrantable, no dejará de crecer».


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