Louis de Bonald
Fuente: “Fortalezas humanas 5” de Bernabé Tierno.
Podemos definir la modestia como una actitud humilde y falta de engreimiento en las personas, sobre todo cuando experimentan el éxito y la fama, quedando a salvo del orgullo, de la soberbia, de la ostentación y de la afectación.
Es la modestia quien nos enseña a mantener la sencillez sincera cuando experimentamos un éxito o reconocimiento notable, impidiendo que caigamos en la estupidez de creernos superiores a los demás y convertirnos en seres insoportables.
La modestia es una actitud, un valor, una virtud que nos permite mantener una idea exacta de nosotros mismos, de nuestras posibilidades y merecimientos. Es signo de higiene mental y espiritual, de madurez y de inteligencia. Las personas modestas no necesitan adornos ni artificios, para ser y sentirse “ellas mismas”.
La modestia, es lo contrario al exhibicionismo ostentoso que tiene como fin la propia vanagloria. Las personas vanidosas, inmodestas, hablan siempre “sentando cátedra” y crean constantemente conflictos entre las personas, porque, por su egocentrismo, no dejan espacio alguno a los demás. Ya lo dice el refrán: “Dime de qué te alabas y te diré de lo que careces”. Así como la sencillez es prueba evidente de superioridad, el orgullo y la vanagloria comportan casi siempre una compensación del complejo de inferioridad.
¿Cómo son las personas modestas?
- Cuando estamos ante la grandeza y la sencillez de una persona modesta, siempre estamos a su altura, sea cual sea nuestro currículo, nivel social o condición. Sentimos cómo nos eleva hacia sí o se baja hacia nosotros.
- Las personas modestas hablan poco de sí mismas y de sus méritos. No exigen honores. Son siempre los demás los que se encargan de reconocer su mérito.
- Viven hacia dentro. Andan ocupados en “ser”, no tienen tiempo que perder en aparentar y, por eso, no entienden a quienes viven de cara a la galería.
- La modestia es un sello de grandeza interior. La sencillez que la acompaña confiere a las personas un encanto especial y hace que desborden armonía interior lo mismo a los treinta, que a los sesenta, que a los ochenta años. No es circunstancial ni tiene fecha de caducidad.
- La modestia no es mojigatería ni falsa humildad. Las personas modestas no niegan las propias virtudes y cualidades si verdaderamente piensan que las tienen.
- Las personas que se ocultan tras una falsa modestia son hipócritas y están llenas de soberbia. Son “aguas mansas”, “mosquitas muertas”, parecen unos “benditos”, pero no tardan en convertirse en seres implacables y al cambiar de ambiente sufren una tremenda transformación y se pasan justo al polo opuesto. No son de fiar…
- Ser una persona modesta es ser sencilla y llanamente humano, sincero y humilde, mostrando con la misma franqueza las virtudes y cualidades que los defectos y miserias.
- Nada confiere mayor dignidad y grandeza a quien está en la cumbre, a quien las circunstancias le han colocado en el candelero, que la modestia, la sencillez y la facilidad para descender hacia los demás hasta sentirse en igualdad de condiciones y hermanado con los más humildes.
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