Un niño pequeño va corriendo por la casa, se golpea con la esquina de la mesa y decimos:
—Mesa mala, mesa tonta, ¡pobrecito mi niño! e incluso, en ocasiones, golpeamos con la mano a la mesa como reprimenda.
Estamos cometiendo un error, pues le estamos enseñado al niño desde que da sus primeros pasos a culpar a los demás de lo que le ocurre por algo que él hace.
Cuando el niño crezca dirá: “Jefe malo, esposa mala, chás, chás, chás”.
Lo correcto sería decirle al niño:
—Cariño, no corras en la casa porque hay muebles y puedes golpearte y hacerte daño.
De esta manera estamos poniendo el foco en la responsabilidad.
Todos dijimos alguna vez “mesa mala”... ¡y así nos fue!
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