«—¿Qué me miras?
—Eres una mujer muy hermética. Y posees algo extraño. Pareces dura, pero creo que, si alguien fuera capaz de analizarte, entendería que solo es una pose. En tu interior existe una inocencia difícil de explicar.
—¿Es malo ser inocente?
—¿En este mundo? Supongo que sí. Verás…, las personas inocentes sufren mucho aquí. La gente las engaña, se aprovecha de ellas, de su corazón, de su bondad, de su esfuerzo, de su dinero, de su empatía.
—Siempre he creído que parezco inofensiva y en realidad soy muy fuerte. Algo así como una piruleta con una cuchilla dentro.
La mujer ríe y niega con la cabeza.
—Yo pienso que tal vez es al revés.
—¿Una cuchilla blandita?
La mujer se echa a reír.
—La cuchilla la llevas en la mano, pero ella no eres tú. Tu dureza es tu coraza. Si nada te afecta, nada te daña, y quien quiere dañarte se termina esfumando. Es una estrategia de supervivencia.
—Pero, entonces, todos en este mundo fingimos ser más fuertes, más insensibles, más malos. Todos llevamos corazas puestas.
—Querida, desconfía más del que parece débil, bueno y emocional en un principio. Algunas personas usan la bondad como estrategia para ocultar cómo son en realidad. En cambio, hay personas aparentemente duras que luego se descubren bondadosas. Para esas últimas personas, las de la dureza imposible de quebrar, las corazas no son papeles que representan, sino escudos que las protegen».
- Defender la propia identidad
- Fórmula de la Inocencia
- La hipocresía
- Llevar una máscara
- Mis personajes y yo
No hay comentarios
Publicar un comentario en la entrada