Presentación   /   Página de Inicio   /   Frases y citas para el cambio   /   Libro de visitas
  ÍNDICES POR TEMAS O ETIQUETAS:

sábado, 24 de septiembre de 2011

Leer, la mejor lección de tu vida

La Junta de Andalucía ha lanzado la campaña “Leer, la mejor lección de tu vida” destinada a fomentar el interés por la lectura y a prestigiar la labor docente.

La campaña se compone de seis vídeos publicitarios en los que personajes andaluces muy conocidos, testimonian cómo ciertos profesores y profesoras contagian este gusto por la lectura. Para esta entrada los he editado, fusionándolos en uno, con el fin de que el eslogan no resulte repetitivo y aparezca sólo al final del vídeo.

El poeta Luis García Montero, los actores Antonio de la Torre y Fernando Tejero, el rockero Miguel Ríos, el cantaor José Mercé, la bailaora Eva Yerbabuena, las cantantes Niña Pastori y Pastora Soler y la modelo y presentadora de televisión Eva González son algunos de los creadores y artistas que han participado desinteresadamente en esta campaña de la Consejería de Educación.

Junto a ellos, los empresarios Inmaculada Almeida y Francisco Barrionuevo, el futbolista Jesús Navas y la esquiadora María José Rienda evocan sus recuerdos y a los maestros que un día les animaron a leer, ensalzando la labor de los docentes y la huella que dejan en los estudiantes con los que trabajan cada día en las aulas.

El lanzamiento de esta campaña, ha traído a mi mente el discurso de Federico García Lorca para inaugurar la biblioteca de su pueblo, Fuentevaqueros (Granada), también en septiembre, pero del año 1931, es decir, hace 80 años. El discurso es conocido con el nombre de “Medio pan y un libro”:

«Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. “Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre”, piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión.

Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada.

No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.

Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?

¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: “amor, amor”, y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia, alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: “¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!”. Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed o frío, dura poco, muy poco, pero la agonía del alma insatisfecha dura toda la vida.

Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: “Cultura”.

Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz».

Federico García Lorca


1 comentario

  1. No conocía este discurso de García Lorca,es estupendo. Con discursos como este, pidiendo cultura para el pueblo, es lógico que lo asesinaran aquellos que pensaban como Millán Astray "muera la intelectualidad traidora".

    ResponderEliminar