Simplifica tu vida todo lo que sea posible y cuando la hayas simplificado todo lo posible, simplifícala más aún.
Elimina todas aquellas cosas, tareas, compromisos que absorben tu tiempo, tu dinero, tu energía y no te reportan nada. La vida ya nos arroja suficientes razones, retos, obstáculos, metas, para tenernos entretenidos un buen rato. No la saturemos más con lo superfluo.
Tacha de tu agenda aquellas actividades que no te añaden ningún valor, pero que haces por hábito, por pereza en cambiar, por la aparente intranquilidad que pueda suponer que, de repente, tengas horas para estar solo contigo mismo. Es vital permitirte periódicamente ese tiempo para dar un paso atrás y ver el cuadro completo de sus actos desde la distancia. Ese es el único modo que nos permite volver a acercarnos posteriormente y continuar puliendo los detalles del paisaje de nuestra existencia.
Despide y deséales lo mejor a las personas que te roban tu ánimo, tus horas, tu energía, tu claridad de mente, tu motivación. Libera más espacio y tiempo para personas valiosas.
El intercambio personal otorga mutuos aprendizajes, vivencias, experiencias, sabiduría… Dales a los demás el tiempo que estimes debas darle, pero recuerda quedarte con tiempo para ti. Tiempo solamente tuyo. Posiblemente ese es el activo más valioso de tu vida.
- Mi alma tiene prisa
- Mi alma tiene prisa (II)
- Píldoras para la sed
- Saborear la vida
- Saborear la vida (II)
No hay comentarios
Publicar un comentario en la entrada