Muchas veces dejamos de ver y apreciar lo que tenemos cerca. Hemos de hacer un ejercicio de “mirar para ver” y de “ver para valorar”. Valorar la vida y todo cuanto nos rodea. Parece que, por estar ahí, son para siempre. Pero nada lo es.
Hay muchas personas que tienen vida, pero no viven realmente. Solo están. Hay quien cree que vive, pero vive dormido y camina a ciegas, sin rumbo, sin consciencia.
La vida es un regalo, pero nadie nos enseña a vivir. Vivir es algo que aprendemos durante toda la vida.
Vivimos con la mente en lo que pasó y en lo que puede pasar. Mientras tanto, la vida pasa y nosotros con ella. Si no estás viviendo en el momento presente, no estás viviendo. Vive ahora. No pospongas la vida.
La historia de tu vida te ha traído hasta aquí, pero solo lo que hagas a partir de este momento tiene el poder de acercarte o alejarte de aquello que quieres.
Arriésgate a conseguirlo. Ten la valentía de intentarlo. Las caídas son tus aprendizajes. Los errores, tu experiencia. Los aciertos, tu confianza.
Haz ahora lo que habías dejado para mañana. Siente todo lo que te daba miedo sentir. Vuela cuando tropieces con la misma piedra. Suelta lo que te ata donde no quieres estar. Crea con tu actitud el mejor escenario posible para tu vida.
Ama la vida. Abre los brazos para recibir lo que la vida tiene para ti. Abraza lo que llega, agradece lo que se va. Si te abres a la vida, el universo juega a tu favor.
Siempre estás a tiempo de abrazarla, de disfrutarla, para que cuando tu vida termine puedas decir: he vivido como quería. Así es. Eso es todo.
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