Hay ocasiones en las que la nostalgia y el recuerdo no acceden a hechos reales, sino que se centran en lo que pudo haber sido y no fue, en una realidad paralela muy distinta a lo que aconteció. Esto ocurre porque no aceptamos que fuera así y nos enganchamos a un mundo inexistente que nos lleva al malestar emocional, básicamente caracterizado por un gran sentimiento de culpa, de rabia o de tristeza.
No sé si es justo o injusto que no suceda algo en nuestra vida, cuando se deseaba lo contrario, pero lo único cierto es que no ocurrió y ese sentimiento de injusticia nos llevará a un estado de rabia e ira permanente. Cuando decimos que alguien es un amargado, no referimos a personas que viven en un estado de hastío y rabia porque no han vivido lo que quisieron vivir y eso les ha impedido seguir avanzando en su camino. Se quedaron atrás en un mundo paralelo, imaginario, y su ira les impide hacer realidad todo lo que sí son capaces de construir. Uno puede amargarse, lo justo y necesario, por algo existente, pero el otro tipo de amargura es altamente flagelante, pues no hay herida real.
Cuando no sucede lo que queremos que ocurra, construimos un auténtico cuento de hadas de la nada. Todo está en nuestra imaginación. Lo generamos en nuestra mente como una película con final feliz, pero no es real. Exageramos toda la parte positiva de esa historia paralela inexistente. Quizás no habría sido tan maravilloso como creemos ahora. El desengaño y la frustración llevan en muchas ocasiones a la idealización.
Si lo que tanto anhelábamos no sucedió, en ningún caso fue porque tengamos mala suerte, sino porque no se dieron las condiciones para que así fuera.
La tristeza que origina la no realidad, termina echando raíces que vive de nuestra energía, agota todos nuestros recursos y nos impide vivir el presente. Seamos consciente de dónde estamos centrando nuestra atención: ¿estamos analizando a “toro pasado” o no hay toro que analizar porque no pasó?
Hemos de hacer un esfuerzo para aceptar que el cuento de hadas que hay en nuestra mente, no tuvo lugar. No es más que autoengaño, estamos centrando nuestros recursos en una mentira y estamos rechazando nuestra propia historia.
Si quieres fantasear, hazlo con la mirada puesta hacia delante y ponte en marcha para hacerlo posible. El genio de la lámpara no vendrá a hacerte tu trabajo.
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