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viernes, 15 de mayo de 2020

Respetar el pensamiento de los demás

“Cuanto más se conjugan voces diversas y contrarias, más maravilloso resuena el concierto”.
Angelus Silesius



Fuente “Aprendiz de sabio” de Bernabé Tierno.

En la diversidad está la vida o, mejor, la vida es inagotable diversidad.

La naturaleza es un ejemplo vivo de la maravillosa y bella diversidad que todo lo llena.

Si nos circunscribimos a las personas, a cada individuo humano, precisamente aquello que les confiere su identidad es el ser distinto, diferente a los demás, único e irrepetible. Vivir es ser tú mismo y diferenciarte de las demás personas.

A nuestra mente le ocurre lo mismo. Cuantas más cosas sabemos, comprendemos, almacenamos, relacionamos y utilizamos, mayor es nuestro bagaje intelectual y más pertrechados y capacitados estamos para la vida… otra vez la diversidad es la causa de nuestro enriquecimiento intelectual y de nuestra sabiduría.

La diversidad nos lleva a la humildad y a la aceptación pacífica y serena de los demás con sus limitaciones, virtudes, debilidades o méritos. Cada cual tiene su propia forma de ver las cosas, con la que podemos o no coincidir y estar de acuerdo, pero es la suya y debes respetarla, aunque no la compartas.

Deja que la diversidad y la variedad convivan amistosa y plácidamente con tu individualidad. No pretendas que los demás tengan tus mismas ideas, aficiones, creencias y conocimientos. Como bien dice con sentido del humor un proverbio judío, si todos tirásemos en la misma dirección, el mundo volcaría.

Las personas tendemos a generalizar, a conseguir una cierta uniformidad que a veces es necesaria, pero hay que saber cuándo es correcta y necesaria la generalización; generalizar siempre equivaldría a cometer incontables errores. Como defendía Isaac Newton, la variedad en la unidad es la ley suprema del universo contra la cual sería estúpido revelarse.

Abre de par en par las puertas de tu mente y de tu corazón para valorar de forma desapasionada diferentes criterios y puntos de vista de tus semejantes. Tu manera de ver el mundo es la única correcta para ti, pero si pretendes avanzar por el camino de la sabiduría, tienes que aceptar de buen grado que los demás piensen y defiendan también que la suya propia es la correcta.


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