El 21 de marzo, a propuesta de la Unesco, celebramos el “Día Mundial de la poesía” también denominado en Europa “Primavera de los poetas”. Este año, ese día, el portal de la diócesis de Málaga publicó el poema “La primavera” de la hermana Lucía, una monja de clausura, carmelita descalza de la orden de Santa Teresa de Jesús, del convento de Antequera.
La primavera ha llegado este año con menos color y alegría de lo habitual. No podemos entrar y salir cuando nos plazca, sentarnos en una terraza a tomar algo con los amigos o dar un simple paseo sin pensar lo que podemos o no podemos tocar, pero una mujer, que desde los diecisiete años eligió la vida contemplativa como opción de vida, por convicción y no por imposición, nos trae con su poema un esperanzador mensaje.
Según la hermana Lucía, una tarde, en el silencio de la oración, pensando en el dolor del mundo, llegó a su mente una frase: “Necesitamos la primavera”. De su mente, pasó a su corazón y el cielo le regaló este sencillo poema lleno de esperanza… (Ya sabéis que yo creo que las ideas y pensamientos no son nuestros: los recibimos, eso es todo).
Las crisis son momentos para crecer, no para aniquilarnos. Andábamos demasiado distanciados unos de otros, sin mirarnos frente a frente a los ojos, con relaciones virtuales. Ahora que se nos prohíben los besos y los abrazos, compartimos el deseo de volver a encontrarnos.
Pero la primavera llegará y volveremos a besarnos y abrazarnos. Las calles volverán a llenarse del rumor de la gente. Este virus, tal vez, saque lo mejor que cada uno llevamos dentro, tal vez miremos a la muerte sin miedo y con esperanza, tal vez miremos al cielo y comprendamos…
Hasta entonces, desde tu ventana o desde lo más hondo de tu corazón, mira a lo alto… y confía.
Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...
Si se atreverá a cruzar
nuestros pueblos despoblados,
colgando en nuestros balcones
la magia de sus geranios.
Si dejará su sonrisa
esculpida en nuestros campos,
pintando nuestros jardines
de verde, de rojo y blanco.
Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...
Cuando llegue y no nos vea
ni en las calles ni en los barrios,
cuando no escuche en el parque
el paso de los ancianos,
o el bullicio siempre alegre
de los chiquillos jugando.
Si creerá que equivocó
la fecha del calendario,
la cita que desde siempre
la convoca el mes de marzo.
Si sabrá la primavera
que la estamos esperando.
Cuando estalle jubilosa
llenando de puntos blancos
los almendros, los ciruelos,
los jazmines, los naranjos,
y no vea que a la Virgen
la preparan para el Paso.
Que se ha guardado el incienso,
el trono, la cruz y el palio.
Y que Cristo, igual que todos,
está en su casa encerrado,
y no lo dejan salir
ni el Jueves ni el Viernes Santo...
¿Pensará la primavera
que tal vez se ha equivocado?
¿Escuchará los lamentos
de quien se quedó en el paro,
de quien trabaja a deshoras
por ayudar a su hermano,
de aquél que expone su vida
en silencio y olvidado?
¿Escuchará cada noche
los vítores, los aplausos
que regalamos con gozo
al personal sanitario?
¿Pensará la primavera
que tal vez se ha equivocado
y colgará sus colores
hasta la vuelta de un año?
Si sabrá la primavera
que la estamos esperando...
Que se nos prohíbe el beso,
que está prohibido el abrazo;
el corazón, sangre y fuego,
el corazón desangrado.
Si sabrá la primavera
que ya la estamos soñando...
Asomados al balcón
de la Esperanza, esperamos
como nunca, que ella vuelva
y nos regale el milagro
de ver florecer la vida
que hoy se nos va de las manos...
¡Bienvenida, primavera!
Hueles a incienso y a ramos,
con tu traje de colores
y los cantos de tus pájaros.
Ven a pintar de azul-cielo
esta tierra que habitamos.
¿No sentís que en este mundo
algo nuevo está brotando?
Si será la primavera
que está apresurando el paso...
Lucía Carmen de la Trinidad.
Carmelita descalza. Antequera.
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