Para que una relación fluya es necesario que las dos personas hablen el mismo idioma, es decir, que se encuentren en niveles de consciencia similares o, dicho de otra forma, que vibren en la misma frecuencia.
Si se encuentran en niveles de consciencia muy diferentes, verán la vida de forma muy distinta y, probablemente, no sean capaces de comprenderse. En el mejor de los casos, la persona que tiene un nivel de consciencia más elevado podrá comprender a la otra, pero la que está en un nivel de consciencia más bajo no entenderá nada de lo que dice la otra. Esto no significa que no pueda sostenerse una relación entre dos personas con niveles de consciencia muy diferentes, pero la comunicación entre ambas será más complicada que si estuvieran en niveles parecidos.
Desde el victimismo hasta la iluminación, hay una gama muy amplia de niveles de consciencia. Como la iluminación es algo, probablemente, muy lejano, hablaremos, mejor, de estado de gratitud.
La mayor diferencia entre dos personas con distintos niveles de consciencia está en cómo gestionan el sufrimiento. Cuando estamos de buen humor, todo fluye a las mil maravillas con todo el mundo, independientemente del nivel de consciencia de cada persona, pero en las horas bajas, es determinante el nivel de consciencia desde el que se vive.
Las personas que viven en un nivel de consciencia muy bajo se ven a sí mismas como víctimas de las circunstancias, opinan que la vida es injusta, viven desde la desconfianza y el miedo. Creen en la maldad de las personas, las juzgan, las critican y, por esta razón, piensan que tienen que defenderse de las personas que les quieren hacer daño.
Son personas que están dominadas por el ego o, lo que es lo mismo, por su mente y sufren mucho porque no son conscientes del daño que se hacen a sí mismas al ser esclavas de los programas y juicios de su mente.
Cuando atraviesan una experiencia dolorosa, culpan al otro, lo hacen responsable de su sufrimiento e interpretan la actitud del otro como un ataque.
Las personas que viven en un nivel de consciencia elevado contemplan la vida con confianza desde un estado de gratitud, están abiertas al aprendizaje, se reconocen responsables de su vida, son capaces de ver la bondad y la inocencia de cada persona, son empáticas, comprensivas, respetuosas, se siente bendecidas, agradecidas y la vida les parece un milagro. Son capaces de sorprenderse como un niño y de ver la belleza incluso en las pequeñas cosas de la vida. Son fuente de alegría y bienestar, llevan la paz con su presencia donde quiera que vayan.
Su ego existe, pero muy debilitado porque lo integrado y fundido con su amor. Se han librado del control de su mente y saben que es una herramienta maravillosa, cuando se usa correctamente.
Cuando viven una experiencia dolorosa, la aceptan con un profundo respeto y se abren al aprendizaje, asumiendo su completa responsabilidad. No tratan de librarse del dolor culpando al otro. No ven maldad en el otro, no le juzgan como a un enemigo y no compiten con él. Todo lo contrario: le miran con cariño y compasión, porque saben que la única razón por la que el otro se comporta así es porque está sufriendo y no sabe hacer las cosas de otra manera.
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