La competición es una obsesión aprendida. Me gusta ver a los niños y niñas practicar un deporte de forma espontánea porque, cuando lo hacen, la diversión es mucho más importante que la victoria.
Porque son ellos quienes, sin necesidad de adultos, organizan, dirigen y arbitran el juego.
Porque las reglas del juego se amoldan según las circunstancias: si un equipo va ganando por tal margen que el partido se hace aburrido, ambos equipos intercambian jugadores para equiparar las fuerzas y mantener la incertidumbre de la victoria.
Porque el juego se prolonga indefinidamente mientras siga la diversión. Normalmente hasta que la luz del día es demasiado tenue o hasta que la mayoría de los jugadores tiene que regresar a su casa.
Porque todo el que se presenta, independientemente de sus habilidades físicas, tiene derecho a participar y se le otorga un papel u otro en el juego.
Nada que ver con practicar deporte en ligas organizadas:
Los niños están condicionados por entrenadores adultos que seleccionan a los jugadores en base a sus habilidades.
Se rigen por las reglas del reglamento sin opción a verse alteradas.
El juego termina cuando lo decreta el reglamento.
Solo los jugadores más hábiles tienen un papel protagonista en el partido. Los demás de quedan en el banquillo.
Evidentemente, las experiencias de unos niños y otros son muy diferentes.
Yo elijo la de los primeros.
A veces, vale la pena prescindir del ansia de victoria para vivir aspectos tanto o más satisfactorios.
- El aburrimiento
- Hacer lo que apasiona da sentido a la vida
- Recuperar la capacidad de jugar
- Vive en estado Play
- Volver a jugar
ME ENCANTA TODO , TODO, HACE BIEN LEER COSAS QUE NOS DEJAN MAGIA PURA EN NUESTRA ALMA....GRACIAS ...
ResponderEliminarGRACIAS, también con mayúsculas, a ti por tu comentario.
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