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miércoles, 26 de junio de 2019

Aprender a decir “no”


Fuente: “Soluciones prácticas” de Bernardo Stamateas.

En todos los ambientes se establecen límites, normas, que debemos obedecer y respetar. Los límites son una frontera, una línea invisible que nos permite marcar la diferencia entre quiénes somos nosotros y quién es el otro. Fijar límites es una de las características de las personas emocionalmente sanas y son un signo de salud emocional y espiritual.

La gente cada vez se entromete más, se inmiscuye en la vida de los otros porque, como no tiene límites, tampoco respeta los de los demás.

La ausencia de límites es la razón por la que existe tanto abuso hacia el otro: intolerancia, falta de respeto, atropello, ira, arrebatos, maltratos… Nuestra sociedad no respeta los límites, ya sean físicos, emocionales, de jerarquía o impuestos de manera externa. La gente no tolera ningún límite y esta es la razón por la que cada vez se van formando más personas con características psicopáticas.

Necesitamos aprender a poner límites, pero, para poder poner límites al otro, primero debo establecerlos a mí mismo. Saber qué voy a permitir y qué no voy a aceptar.

Una de las tareas más importantes que necesitamos llevar a cabo para que el otro no invada nuestros límites es desarrollar la capacidad de decir “no”. Existen personas que no están habituadas a hacerlo. Consideran que, si dicen que no a algo, a una petición, a un reclamo o a un favor, perderán el afecto y el reconocimiento del otro. El hecho es que, al no poder expresar que no queremos o no podemos involucrarnos en esa demanda, podemos ser presa fáciles de los manipuladores. Alguien que no puede decir que no, es candidato a las actitudes abusivas del otro.

Es imposible quedar bien con todo el mundo siempre y en toda situación. Un “no” que le decimos a alguien (“no sé”, “no puedo”, “no tengo”) nos permite ponerle un límite a la omnipotencia. Todos somos capaces de hacer ciertas cosas y otras, no. Nadie lo puede todo. Poner límites a través de un “no” no solo va dirigido al otro, sino además a uno mismo. Quienes no se animan a decirles que no a los demás suelen esconder temor al enfado o el rechazo ajeno. Decir siempre que sí y estar disponibles las veinticuatro horas nos convierte en posibles objetos de atropello o despotismo.

Para lograr un equilibrio emocional, necesitamos combinar nuestros “sí” con algunos “no”. Tenemos derecho a decir “sí” y a decir “no”. Lo primero que tienes que recordar es que el otro tiene derecho a pedir, claro que sí, pero tú tienes derecho a decir “no”.


2 comentarios

  1. El hecho de queres decir no, y decirlo es un acto de madurez y confianza en sí mismo, y también se me viene a la cabeza el dicho, Ante el defecto de pedir está la virtud del no dar, saludos y encantado de conocer tu blog.

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    1. Saludos Manuel. Gracias por tu comentario y por expresar en él que te ha gustado descubrir el blog.

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