El estrés ha sido definido por la OMS como una “epidemia mundial”. El consumo de antidepresivos y ansiolíticos se ha triplicado en los últimos diez años y la depresión severa se ha convertido en una de las principales causas de enfermedad en el mundo.
El estrés solo tiene sentido en situaciones de emergencia, cuando nuestro cuerpo debe actuar rápidamente ante un peligro real e inminente.
En la sociedad en la que vivimos no hay demasiados peligros verdaderos, pero se dan constantes situaciones de falsa emergencia a lo largo del día: llamadas laborales que nos sacan de nuestras casillas, mensajes molestos, plazos que van a vencer, impuestos, facturas que pagar. En definitiva, pequeños o grandes sustos cotidianos y un montón de situaciones de mayor o menor importancia que muchas veces arruinan nuestro bienestar.
El estrés dispara emociones tóxicas como la rabia, la impotencia, la venganza, la envidia o la culpa. Un estrés sostenido en el tiempo trae desastrosas consecuencias para la salud de mente y cuerpo.
Cada vez que nos estresamos perdemos la homeostasis (el equilibrio corporal). Esta se altera constantemente y eso tiene consecuencias graves para la salud.
Si las hormonas que deben salvarnos de un peligro real se liberan todos los días en diversas situaciones, en vez de liberarse ocasionalmente, si vivimos de forma permanente en estado de emergencia hasta el punto que necesitamos pastillas para dormir, tarde o temprano enfermaremos.
El cuerpo invertirá toda la energía en apagar esos fuegos cotidianos que nos estresan en vez de dedicarse a reparar las células y mantener la salud. Cuando esto sucede, las células “enloquecen” y dejan de funcionar de forma armónica y organizada entre ellas, formándose un caos interno nada recomendable y el sistema inmune, tan necesario para alejarnos de las enfermedades, se debilita.
Siempre que tienes miedo es porque piensas que algo malo puede suceder en el futuro o que se va a repetir algo del pasado. El miedo no puede existir cuando estás en el aquí y ahora.
Por eso, lo más importante cuando sintamos los primeros indicios del estrés es calmarnos y volver al presente. Podemos lograrlo pensando y diciéndonos cosas agradables, olvidando lo que tanto nos preocupa (Ver entradas “Gestionar el estrés” y “Orígenes del distrés” de este blog). Algunos ejercicios de minindfulness puede ayudarnos a reducir el estrés.
Si tienes miedo a lo que vendrá, vuelve al presente.
Si tienes miedo a que se repita lo que pasó, vuelve al presente.
Ven aquí, ven ahora, y el miedo desaparecerá.
- Caminos para dar sentido a la vida
- Cuando la vida se rompe
- Gestionar el estrés
- La voz de las emociones
- No estás deprimido, estás distraído
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