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jueves, 30 de enero de 2020

Renunciar a tener siempre la razón

“Ya no trato de convencer a nadie. Tratar de convencer al otro es faltarle al respeto”.
José Saramago



Fuente: “El poder de confiar en ti” de Curro Cañete.

Muchos enfados comienzan con una discusión cuando dos personas piensan que están en lo cierto y que el otro está equivocado. Una de las cosas que más te ayudarán a no enfadarte es renunciar a tener razón.

No sientas la necesidad de demostrar que lo que tú dices y piensas es siempre lo correcto. Cada vez que insistes en tener la razón y en convencer al otro de que está equivocado, eres menos tolerante, te empequeñeces y haces más desagradable tu vida y la de los que te rodean.

No solo existe tu verdad, sino también la del otro. Cuando intentas tener razón, quieres que el otro cambie y abandone sus creencias y su propia manera de ver las cosas. Cuando impones tu verdad, privas al otro del derecho a ser quien quiera. Una cosa es expresar con tranquilidad lo que sientes y piensas –algo totalmente recomendable– y otra muy distinta tratar de conquistar la voluntad del otro. En ocasiones, quienes se aferran mucho a sus puntos de vista pueden desarrollar tendencias violentas.

Para expresar con calma lo que verdaderamente piensas y sientes, es necesario que no te domine la ira. Cuando te enfades, espera a tranquilizarte antes de intervenir, pues lo que sale desde el enfado está impregnado de inconsciencia. Solo cuando ha desaparecido la ira, sabes con claridad qué quieres decir y transmitir.

Cuando alguien enfadado se dirija a ti, no intentes hablar, ni siquiera con asertividad, con esa persona hasta que el enfado se le pase, porque será difícil que llegues a un punto en común. No tengas en cuenta lo que dice, pues sus palabras estarán condicionadas por su secuestro emocional.

Aprende a no enfadarte. Cuanto mayor es el enfado, más te castigas a ti y a tu cuerpo. El enfado surge porque tienes expectativas sobre los demás y te decepcionan, pero los demás tienen derecho a cambiar de opinión… Los seres humanos lo hacemos normalmente.

La clave para no enfadarse es prestar atención a las primeras alarmas para, cuando tu ego dé indicios de que va a empecinarse en tener razón, detener el bucle a tiempo y luego llevar la atención a otra cosa. O también, cuando alguien te insista demasiado en algo, darle la razón cómicamente: “Ah, pues mira, nunca lo había visto de ese modo”.

Si la ira o el enfado aparecen, repite interiormente: Renuncio a tener razón y elijo ser feliz. A poco que practiques, tus enfados disminuirán y conseguirás que tu salud mejore y tu energía se transforme, con lo cual te acercarás a todo lo que quieres y a las personas que amas.

Lograrás renunciar a tener razón cuando comprendas que la verdad es relativa, que la única verdad absoluta es la luz que está en todas partes, también dentro de ti, y que todo lo demás se puede contemplar desde distintos puntos de vista. Por tanto, si todos tenemos razón, ¿para qué vas a desgastarte perdiendo tu precioso tiempo?

La decisión es tuya: puedes elegir entre tener razón y ser infeliz, o perdonar, amar, respetar y aceptar a los demás.


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