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viernes, 10 de enero de 2020

Mirar hacia abajo


Fuente: “El algoritmo de la felicidad” de Mo Gawdat.

Uno de los “valores” fundamentales de nuestra cultura actual es la ambición. Luchamos por tener más, por llegar más lejos, más alto. No basta con lograr algo; lo que importa es conseguir más que los demás. Eso es lo que hemos dado en llamar éxito. No nos basta con aprender; tenemos que sacar mejores notas que nuestros compañeros. No basta con disfrutar de una vida placentera y cómoda; hay que vivir mejor que nuestros vecinos. No basta con pasarlo bien jugando al fútbol; ganar es lo que importa.

Nos comparamos obsesivamente y, de esta manera, nos predisponemos a la frustración, porque siempre habrá alguien que haya llegado más lejos o que lo haya hecho mejor que nosotros. Así, los empleados miran a los jefes, los jefes a los directores, las modelos a las supermodelos, los millonarios a los multimillonarios…

No hay nada de malo en querer progresar en la vida, pero alzar la vista para establecer comparaciones con los que tiene “más”, mirar hacia arriba, nos llevará, finalmente, a pensar que la vida es injusta con nosotros y ese pensamiento nos hará sufrir.

No es difícil comprender que la vida nos ha ofrecido cosas diferentes. Algunos son más altos y otros más bajos, unos son más ricos y otros más pobres, algunos gozan de mejor salud, son más divertidos y más bellos. Por esa razón, siempre habrá alguien que tenga “más” y “menos” que nosotros. Así es como se ha diseñado el juego de la vida.

Hemos de intentar reformular la ambición para que nuestro objetivo consista en llegar a ser una mejor persona en lugar de compararnos con los demás o, lo que es mejor, bajemos la vista.

Trabaja duro, crece y siéntete bien contigo mismo. Deja de mirar lo que no tienes. Lo que no tienes es infinito. Si lo conviertes es tu punto de referencia será una receta segura para la frustración y el fracaso.

En lugar de mirar a los que tienen más que tú, mira a los miles de millones que tienen menos. ¡Sí, miles de millones! No se trata solo de la riqueza material. Si miras atentamente descubrirás que el dolor y la desgracia, aunque ocultos, están mucho más extendidos de lo que crees. Hay tanta tristeza alrededor… Compárate con los menos afortunados y descubrirás muchas razones para ser feliz con los que tienes.

Bajar la vista nos ayuda a apreciar lo bueno que hay en nuestra vida y no es un secreto que el sentimiento de gratitud nos hace felices. Al mirar hacia abajo aprendes a agradecer los dones de tu vida. Tal vez incluso aprendas a agradecer tus propias penas al descubrir que siempre hay alguien con heridas más profundas.

Aunque no seas la persona más afortunada del mundo, si alguna vez olvidas que no eres la más desgraciada, entonces, ¡mira hacia abajo!


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