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martes, 20 de agosto de 2024

El abrazo de perdón y consuelo

Historia para despertar

La siguiente historia, que me conmueve profundamente, ocurrió el cuatro de noviembre de 2021. En su día, al conocerla, quedé conmocionada por la tragedia y reacción de una madre ante la pérdida de su hija. Es esta una historia que muestra lo mejor del ser humano.

Tuvo lugar frente a la entrada del colegio “Montealto” en el barrio de Mirasierra de Madrid. Era jueves y los alumnos salían del colegio a las cinco y media de la tarde.

Una madre que acababa de recoger a sus dos hijos del colegio, se disponía a salir del lugar donde había aparcado el coche. Se equivocó al meter la marcha y, nerviosa, en lugar de frenar, aceleró, se subió a la acera y atropelló a tres niñas de cinco, diez y doce años de edad. Las dos niñas mayores, que estaban saliendo del colegio, gravemente heridas, tuvieron que ser hospitalizadas y la pequeña, María, que esperaba en la acera a que la recogieran, murió.

María, la madre de la pequeña, salió del colegio, donde trabaja como administrativa en secretaría, y tuvo tiempo de abrazar a su hija y decirle que la quería.

Un padre que presenció los hechos fue el primero en intentar practicarle los primeros auxilios. No tardaron en llegar los equipos de emergencia que, tras cuarenta minutos tratando de reanimarla, no pudieron salvarle la vida.

La madre que atropelló a las niñas, también de nombre María, que dio negativo en los controles de alcoholemia y droga y permanecía en el lugar rota por el dolor y llena de angustia por las consecuencias del atropello, vio como la madre de la alumna fallecida se acercó a ella para darle un abrazo de consuelo y perdón. Y así permanecieron, un buen rato, fundidas en un abrazo que la liberó de la culpa.

Cinco días después, los desolados padres de la niña fallecida, Álex y María, desbordados por los miles de mensajes que estaban recibiendo, escribieron una carta en la que decían sobrellevar la pérdida de su hija gracias a su fe. Dieron las gracias por todos los mensajes y muestras de cariño que estaban recibiendo, aunque se sentían incapaces de leerlos porque estarían todo el día llorando y no se lo podían permitir ya que tenían que cuidar de sus otros cinco hijos. Igualmente, agradecían todas las oraciones y pidieron que rezaran por las familias de las otras dos niñas atropelladas y por la madre que las atropelló para que fuera consciente de que no tenía culpa alguna, sino que todo ocurrió, aunque nos parezca incomprensible, por la voluntad de Dios.

La carta continúa con los agradecimientos a los medios de emergencia que los atendieron y, por las muestras de apoyo y sus oraciones, a los colegios “Montealto y “El Prado”, a la iglesia, a sus amigos y a su familia.

Finalmente, expresan la certeza de que Mariquilla, así llamaban cariñosamente a la niña, que era una “disfrutona de la vida”, estaba gozando más que nunca y que a ellos les quedaba el consuelo de pensar que lo habían dado todo para que su hija estuviera muy bien cuidada y “achuchada” y dan gracias a Dios por los cinco maravillosos años que les había regalado con ella.

… Y como en el cuento “El diamante”, que podéis leer en este blog, incapaz de dormir, pasé la noche dando vueltas en la cama. Al día siguiente, al amanecer, mirando al cielo susurré:

—Dame la riqueza que les permite a estos padres afrontar de esta manera momentos tan terribles.


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