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viernes, 28 de septiembre de 2012

El poder del pensamiento

Cada vez existen más evidencias científicas y experimentales del tremendo poder del pensamiento en nuestras vidas, tanto en sentido positivo como negativo.

Mucho de lo que nos pasa en la vida se debe a que no controlamos nuestros pensamientos. Somos lo que pensamos y vamos a obtener lo que estamos pensando. (Ver la entrada “La Primera Ley Hermética o Ley de la Atracción”).

Hay una impactante historia circulando por internet que nos alerta de que la mente humana cumple al pie de la letra todo lo que le es enviado sin distinguir la verdad de la mentira, lo cierto de lo equivocado, lo real de lo fantástico…

La historia cuenta cómo un científico de Arizona que quería probar esta teoría del poder de la mente, propuso participar en un experimento científico a un condenado a muerte que sería ejecutado en la silla eléctrica en el estado de Missouri. Se le contó que, para llevar a cabo dicho experimento, le sería hecho un corte en la muñeca. Tendría la probabilidad de sobrevivir y librarse de su condena. En caso contrario, fallecería con una muerte sin dolor. El condenado aceptó.

Para que no pudiera moverse, fue atado en una cama de hospital. Simularon hacerle un corte en la muñeca –en realidad fue tan superficial que no perdió sangre–. Debajo fue colocada una pequeña vasija de aluminio y se le dijo que oiría su sangre gotear en la vasija. Debajo de la cama, sin que el condenado lo supiera, había un bote de suero. Al hacerle el corte, fue abierta la válvula del suero para que él creyese que era su sangre la que caía en la vasija.

Cada diez minutos el científico cerraba un poco la válvula y el goteo disminuía. El condenado creía que era su sangre la que estaba disminuyendo. Conforme pasaba el tiempo su palidez iba en aumento. Cuando el científico cerró por completo la válvula, el condenado tuvo un paro cardíaco y murió.

Investigadores del departamento de fisiología de la Universidad de Columbia, usando isótopos radioactivos como marcadores biológicos en las inmunoglobulinas humanas (proteínas y elementos de las defensas biológicas del organismo), demostraron que solo basta un minuto de pensamientos negativos y autodestructivos para que se altere por 6 horas la capacidad inmunológica del ser humano.

El Dr. Carl Silmonthon, investigador de oncología de Harvard, tiene evidencias clínicas y estadísticas de cómo actitudes pesimistas y derrotistas hacen que proliferen con mayor fuerza células cancerosas y se formen tumores. En el otro sentido, el Dr. Martín Seligman, creador del concepto de Psicología Positiva, autor del libro “La felicidad Verdadera”, demuestra con abundante investigación científica cómo personas optimistas y positivas de pensamiento, han superado graves enfermedades, tragedias personales y situaciones muy conflictivas.

Hay una presentación titulada “Somos mutantes” según la cual, somos las únicas criaturas en la superficie de la Tierra capaces de transformar nuestra biología mediante lo que pensamos y sentimos.

Un ataque de depresión puede arrasar nuestro sistema inmunológico. El recuerdo de una situación negativa o triste hace que la producción de neurotransmisores a partir del cerebro se altere, que el nivel de hormonas varíe, que el ciclo del sueño sea interrumpido, que los receptores neuropeptídicos en la superficie externa de las células de la piel se modifiquen, que las plaquetas sanguíneas se vuelvan más viscosas y más propensas a formar grumos y hasta que las lágrimas contengan trazos químicos diferentes al de las lágrimas de alegría.

Todo este perfil bioquímico será drásticamente modificado cuando la persona se sienta tranquila y serena. La alegría y la actividad armoniosa nos mantienen saludables y prolongan la vida.

Shakespeare no estaba siendo metafórico cuando en “La tempestad”, a través de su personaje Próspero, dijo: “Nosotros estamos hechos de la misma materia que los sueños”.

Por otro lado, la física cuántica nos dice que no podemos tener un Universo sin una mente y que la mente da forma a todo lo que percibimos. El pensamiento es energía y, como tal, está permanentemente creando la realidad que vivimos diariamente. De hecho, los investigadores con partículas subatómicas saben perfectamente que sus pensamientos afectan irremediablemente el resultado de sus experimentos.

Con todos estos antecedentes debemos hacernos responsables de lo que pensamos de nosotros mismos, de nuestra realidad, de los demás y del futuro.

Cada pensamiento va tejiendo la trama de la vida que vamos a vivir. Cada uno de nosotros somos nuestro propio premio y nuestro propio castigo.

Se puede cambiar la manera de pensar y reaccionar. Se pueden poner en orden los pensamientos y sacar todo lo negativo, todo aquello que daña.

No es ninguna tontería el alejar de nosotros los malos pensamientos, la idea de que estamos condenados al fracaso, de que no somos suficientemente buenos o que no nos merecemos progresar.

Cuando todo está mal o no estamos contentos con las cosas que ocurren y nos invade el derrotismo, podemos replegamos a nuestro interior más profundo y desde ahí sacar fuerzas de flaqueza, mantener la calma y pensar positivamente, sin ser ilusos… Con el tiempo desarrollaremos un poder para cambiar las cosas. Es la magia del pensamiento positivo.


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