Un hombre que tenía un grave problema de miopía, se consideraba un experto crítico de arte.
Un día que visitó un museo con algunos amigos, se le olvidaron las gafas en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo y no dejó de dar sus opiniones.
Tan pronto entraron a la galería, comenzó a comentar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo:
–El marco es completamente inadecuado para el cuadro.
–El hombre está vestido con muy mal gusto.
–En realidad, el artista cometió un gran error al elegir como modelo a alguien tan vulgar...
El hombre siguió hablando sin parar hasta que su esposa se acercó, lo apartó discretamente y le dijo en voz baja:
–Querido, ¡estás mirando un espejo!
¡Qué fácil es reconocer las faltas de los demás y cuánto nos cuesta reconocer y admitir esas mismas faltas en nosotros mismos!
- ¿A quién le importa?
- Conocer antes de juzgar
- La opinión ajena
- La ventana
- La posada de “Las cinco campanas”
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