La gente cada vez se entromete más, se inmiscuye en la vida de los otros, porque, como no tiene límites, tampoco respeta los de los demás. Necesitamos aprender a poner límites, pero, para poder poner límites a los otros, primero nos los tenemos que poner a nosotros mismos. Saber qué vamos a permitir y qué no vamos a aceptar para nuestra vida.
Una de las tareas más importantes que necesitamos llevar a cabo para que el otro no invada nuestros límites es desarrollar la capacidad de decir “no”. Poner límites a través de un “no” no solo va dirigido al otro, sino a uno mismo. Así, por ejemplo, muchas situaciones superan nuestra capacidad o nos exigen demasiado esfuerzo o tiempo y tenemos que decirnos que “no” a nosotros mismos. La persona que tiene la capacidad de decirse que no a sí mismo, tendrá mayor facilidad para decirle que no a otros.
Un “no” que le decimos a alguien (“no sé”, “no puedo”, “no tengo”) nos permite ponerle un límite a la omnipotencia. Nadie lo puede todo. Una respuesta negativa suele expresar inteligencia porque implica el reconocimiento de los propios límites.
Existen personas que no están habituadas a decir “no”. Consideran que, si dicen que no a algo, a una petición, a un reclamo o a un favor, perderán el afecto y el reconocimiento del otro. El hecho es que, al no poder expresar que no queremos o no podemos involucrarnos en esa demanda, podemos ser presas fáciles de los manipuladores. Alguien que no puede decir que no, es candidato a las actitudes abusivas de otro. Decir que sí y estar disponible las 24 horas nos convierte en posibles objetos de atropello o despotismo.
Tenemos derecho a decir “sí” y a decir “no”. Lo primero que tienes que recordar es que el otro tiene derecho a pedir, claro que sí; pero tú tienes derecho a decir “no” y lo segundo es que no debemos dar más de lo que nos piden. Es muy loable dar al que lo necesita, pero ayudar no significa hacernos cargo de las dificultades de los demás. Cuando damos lo que el otro necesita, esa persona lo valora y lo disfruta verdaderamente. Aquel que ayuda como quiere, en el fondo, no tiene la intención de ayudar sino de hacer lo que le agrada o mostrar su generosidad ante el mundo.
Es imposible quedar bien con todo el mundo siempre y en toda situación y, a pesar de todo, la mayoría de las personas respondemos de acuerdo con lo que el otro espera y no con nuestro propio gusto o deseo.
Cuando decimos que “no”, en la mayoría de los casos, solemos poner instintivamente agresión a la expresión. Necesitamos lograr decir “no” con una sonrisa y de forma amable evitando decirlo cuando estamos enfadados.
- Aprender a decir “no”
- Establecer límites
- La aprobación de los demás
- No se le puede gustar a todo el mundo
- Tú decides
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