Fuente: “¿Por qué nadie me lo dijo antes?” de la Dra. Julie Smith.
El duelo es un proceso necesario por el que debemos pasar cuando perdemos a alguien a quien queríamos o necesitábamos y era importante en nuestras vidas.
Cada proceso de duelo es único y cada persona gestiona de distintas maneras el dolor que siente cuando pierde a alguien. No hay normas establecidas.
En algunas ocasiones he recurrido a estar permanentemente atareada para distraer las emociones dolorosas que me embargaban y amenazaban con hundirme, pero mantener de esta manera el dolor a raya es un esfuerzo constante y demoledor. Intentar bloquear el dolor no es una estrategia y, a largo plazo, termina siendo justo lo contrario. El duelo ha de llevarse a cabo procesando las emociones dolorosas.
Todos necesitamos ayuda para superar el dolor de la pérdida. Expresar cómo nos sentimos puede ayudarnos, pero no siempre es fácil. En mi caso, poner sobre el papel mis pensamientos y emociones, permitiendo que se desplieguen, me ayuda a desenmarañar parte de lo que sucede en mi mente y en mi cuerpo. No obstante, las cosas que ayudan no hacen que el dolor desaparezca.
Las personas que he perdido siguen siendo tan importantes para mí como lo eran antes. No quiero olvidarlas; quiero seguir recordándolas y sentir que seguimos conectados: miro fotografías, mis cajas con recuerdos, visito el cementerio, escribo, lloro… Estar en el presente sin esas personas y recordarlas me duele, pero sentir el dolor me ayuda a ser cada vez más fuerte.
Con el tiempo aprendemos a reconectar con la vida y entendemos que no significa olvidar a nadie. Aprendemos que el dolor y la alegría pueden formar parte de la vida simultáneamente y que podemos seguir adelante.
El amor y la conexión siguen ahí.
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