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martes, 20 de septiembre de 2022

Mitos en las relaciones personales


Fuente: “¿Por qué nadie me lo dijo antes?” de Julie Smith.

Lo que nos hace humanos son nuestras relaciones personales. Cuando hablamos de relaciones, no nos referimos únicamente a las relaciones de pareja, sino a todas las relaciones que mantenemos: con la familia, con los amigos y con la comunidad.

Las relaciones personales sanas nos protegen, a lo largo de nuestra vida, tanto la salud física como la mental y, en lo que a la felicidad se refiere, son más importantes que el dinero, la fama, la clase social o cualquiera de las cosas por las que nos dicen que tenemos que esforzarnos. Una de las cinco cosas de las que más se lamentan las personas que están a punto de morir es de no haber mantenido más contacto con las personas queridas.

Sin embargo, la mayoría de nosotros no sabemos muy bien qué hacer para garantizar que las relaciones que mantenemos sean sanas.

Comenzamos a conectar con los demás desde el mismo momento en el que nacemos. Las primeras relaciones que forjamos, con nuestros padres, nuestro círculo familiar y con nuestros iguales, nos sirven de plantilla para las relaciones futuras. Aprendemos pautas de conducta para gestionar nuestras relaciones a una edad en la que no podemos decidir con quién nos relacionamos y en la que dependemos de los demás para sobrevivir. Por eso, esas pautas nos pueden ser poco útiles cuando llegamos a la edad adulta.

Dado que las relaciones personales son cruciales en nuestra vida, ¿cómo podemos empezar a mejorarlas?

En primer lugar, es importante identificar algunos mitos que la cultura popular nos ha llevado a creer y que nos pueden llevar a sentir que lo estamos haciendo mal.

El amor debería ser fácil

La idea de que, si alguien es la persona adecuada para nosotros, caminaremos de la mano hacia el atardecer y todo irá bien siempre, no tiene ninguna base real y deja a la mayoría de las personas insatisfechas con sus relaciones.

Una relación duradera no es un agradable paseo en barca río abajo por aguas tranquilas. Tenemos, una y otra vez, que agarrar los remos, tomar decisiones basadas en valores y emprender acciones que nos acerquen a donde queramos ir. Eso requiere, también una y otra vez, de nuestro esfuerzo. Si no mantenemos el rumbo y pasamos mucho tiempo a la deriva, es posible que acabemos atracando en un puerto al que no queríamos llegar.

Hay que ser uno

En cualquier relación personal, no pasa nada por estar en desacuerdo. No es necesario pensar siempre lo mismo acerca de todo. Somos personas distintas, cada una con sus propias sensibilidades, experiencias, necesidades y mecanismos de afrontamiento. Si conectamos con otras personas, es inevitable que descubramos partes que tendremos que tolerar y aceptar si queremos que la relación perdure en el tiempo.

Hay que estar siempre juntos

Se trate de una relación de pareja o de amistad, está bien pasar tiempo cada uno por su lado. No tenemos que convertirnos en dos mitades de la misma persona. Somos personas independientes y únicas, y cultivar lo que nos hace únicos no tiene por qué suponer una amenaza en la relación.

Este mito es resultado del miedo al abandono e impide que muchas personas se desarrollen y crezcan como personas independientes dentro de la relación. Cuando nos sentimos seguros en una relación, nos sentimos libres y no vemos como una amenaza las otras facetas de la vida de la otra persona.

Felices para siempre

En los cuentos de hadas o en las películas de Hollywood, la historia acaba cuando la relación comienza, como si el destino de todo viaje fuera encontrar a la persona perfecta y, a partir de ahí, todo fuera a ser felicidad infinita.

Una relación en un viaje en el que, de forma natural, aparecerán curvas, giros y baches. Incluso las relaciones más sólidas pasan por horas bajas y por períodos de desconexión y desacuerdo. Habrá momentos en los que uno o ambos miembros de la relación se enfrenten al fracaso, a una pérdida o a la enfermedad y al dolor. Habrá momentos en los que sientan emociones contradictorias, que no tengan claro lo que quiere o necesita el otro, que se equivoquen o le hagan daño.

Si nos creemos el mito de felices para siempre, terminaremos la relación sin ser conscientes de que todas pasan por baches y que cuando tropezamos, nos podemos levantar y seguir juntos.

El éxito de la relación pasa por seguir juntos a cualquier precio

Las relaciones ejercen un efecto muy potente en la salud y la felicidad. Para que las relaciones ejerzan un efecto positivo en nuestras vidas, tenemos que trabajar para mejorar la calidad del vínculo y tomar decisiones deliberadas y cuidadosas al respecto.

Mejorar en el ámbito de las relaciones no significa aprender a conseguir que la otra persona sea como quieres que sea o haga lo que quieres que haga.

Podemos asumir plena responsabilidad sobre nosotros mismos, pero no podemos obligar a los demás a cambiar, y haremos bien si ponemos fin a una relación perjudicial para nuestra salud física o mental.


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