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miércoles, 26 de febrero de 2025

Enseñar con el ejemplo (IV)

El gurú falaz


Fuente: “101 cuentos clásicos de la India”. Recopilación de Ramiro Calle.

Las lluvias monzónicas habían llegado a la India. Era un día oscuro y llovía torrencialmente. Un discípulo corría para protegerse de la lluvia cuando lo vio su maestro y le increpó:

—Pero, ¿cómo te atreves a huir de la generosidad del Divino?, ¿por qué osas refugiarte del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un precioso obsequio para toda la humanidad.

El discípulo no pudo por menos que sentirse profundamente avergonzado.

Comenzó a caminar muy lentamente, calándose hasta los huesos, hasta que al final llegó a su casa. Por culpa de la lluvia cogió un persistente resfriado.

Transcurrieron los días. Una mañana estaba el discípulo sentado en el porche de su casa leyendo las escrituras. Levantó un momento los ojos y vio a su gurú corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, a fin de llegar a algún lugar que lo protegiera de la lluvia.

—Maestro —le dijo—, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecias el obsequio divino? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial?

Y el gurú repuso:

—¡Oh, ignorante e insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con los pies?

El Maestro dice: Los que no ejemplifican sus palabras con sus actos siempre encuentran una manera de justificarse.


miércoles, 19 de febrero de 2025

Dios se manifiesta continuamente


Fuente: Este cuento está incluido en el libro “El mensaje de Dios” de Enrique Villarreal Aguilar con el título “¿Dios, eres real?”. Al parecer, procede de un canto indígena cherokee.

Un hombre susurró:

—¡Dios, habla conmigo!

Y un ruiseñor comenzó a cantar…

Pero el hombre no lo escuchó.

Entonces el hombre volvió a decir:

—¡Dios, habla conmigo!

Y se escuchó el eco de un trueno…

Pero el hombre fue incapaz de oír.

El hombre miró a su alrededor y dijo:

—¡Dios, déjame verte!

Y una estrella brilló en el cielo…

Pero el hombre no la vio.

El hombre comenzó a gritar:

—¡Dios, muéstrame un milagro!

Y nació un niño…

Mas el hombre no sintió el latir de la vida.

Entonces, el hombre comenzó a llorar y a desesperarse:

—¡Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo…!

Y una mariposa se posó suavemente en su hombro… El hombre espantó a la mariposa con la mano y, desilusionado, prosiguió su camino, triste, solo y asustado.

Dios está siempre ahí. Abre los ojos y el corazón para percibir los milagros de la vida que se nos manifiestan en cada momento.



miércoles, 12 de febrero de 2025

Criterios para rodearse de buena gente


Fuente: “Somos fuerza” de Patricia Ramírez.

«No existe una prueba para evaluar quién va a sumar en nuestra vida ni quién va a fallarnos o quitarnos la energía, pero sí podemos establecer unos criterios que puedan ayudarnos a rodearnos de buenas personas. Para ello, ten en cuenta las siguientes preguntas:

- ¿Te dedica tiempo? ¿Hace por quedar contigo, por buscar un rato para compartir contigo? Hay familiares y amigos que solo llaman o encuentran tiempo cuando lo necesitan ellos, pero cuando tú los necesitas siempre tienen mucho trabajo o están liados.

- ¿Se alegra de tus éxitos? Los amigos y familiares que te quieren sin recelo y sin envidias son aquellos que cuando la vida te va bien lo celebran contigo. Apoyar a alguien cuando está mal es sencillo. La comparativa te hace verte como un privilegiado y, por pura caridad, nos sale consolar a quien se encuentra en desventaja. Pero celebrar los éxitos de a quien le va bien genera, a veces, rechazo y envidia. Compararse y preguntarse por qué no podría ser uno el afortunado es muy habitual.

- ¿Habla en positivo? Cuando está contigo y te habla de aspectos de su vida o de lo que le ocurre en el día a día, ¿lo hace en términos positivos o es de las personas que solo te cuenta problemas, desgracias o te habla en negativo? Estas personas consumen muchísima energía y terminan contagiándonos su apatía y negatividad.

- ¿Te ayuda? A veces no basta con palabras de aliento, a veces necesitamos que alguien nos ofrezca ayuda concreta. ¿En qué te puedo ayudar? ¿Puedo ayudarte con los niños para que te organices con esa cita tan importante para ti?

- ¿Comparte una misma escala de valores? Si te rodeas de personas que se identifican con tus valores, te sentirás bien. Si, por el contrario, te rodeas de personas que no entienden la generosidad, la benevolencia, la entrega, el esfuerzo de la misma manera que tú, lo normal es que vivas en un conflicto continuo, tengas discusiones con ellos y más desacuerdos que acuerdos. Así es difícil que haya complicidad.

- ¿Es agradecido contigo? Hay personas que creen merecerlo todo. Merecer tu tiempo, tus invitaciones, tu ayuda y se olvidan de dar las gracias. Ser agradecido es una manera de dar valor al gesto y a la persona.

- ¿Cómo habla de los demás? Una persona que habla mal de los demás no es de fiar. Hablar mal de los demás no dice nada bueno de esa persona. No escuches y pon límites a la conversación de quien se dedica a criticar a otros. Puedes cambiar de tema o decir simplemente que no te gusta hablar mal de otras personas ni escuchar continuas críticas. Quien habla mal de los demás es muy probable que también lo haga de ti cuando tú no estés.

- ¿Es discreto? Nos gusta contar con personas en las que podemos confiar. Las personas confiables guardan tu intimidad y no la comparten. Tampoco comparten la intimidad de otros. Hay personas que, con tal de ser protagonistas de una conversación, son capaces de hablar de los problemas y de la vida de los demás.

Rodearte de gente buena y de personas con las que disfrutas es parte de tu salud emocional. Estas personas te sacan una sonrisa, te apoyan de forma sincera, te atienden, te ayudan. Son imprescindibles en tu vida. Son luz».


domingo, 9 de febrero de 2025

El desapego

“Por todo lo que ha sido, G-R-A-C-I-A-S. A todo lo que ha de ser, SÍ”.
Dag Hammarskjold


 “Healer” (“El Sanador”). McKenna Hixson.

Después de sesenta y tres años, caben muchas personas en mi corazón, pero, como decía Anthony de Mello, Dios conserva un dominio indiscutible sobre él. Necesito liberarme de todo lo que me pone cadenas y me amarra; no aferrarme a lo que tengo ni a lo que me falta; dar y, tal vez, recibir, con autenticidad y libertad; caminar ligera de equipaje... Eso es lo que quiero.


La reflexión “El desapego” circula por las redes sociales. Desconozco su autor/a.

El desapego es el acto más elevado del amor incondicional. Duele porque hay que soltar lo que se ama, hay que dejar ir. Nos enseñaron que podemos poseer todo tipo de cosas y controlar a las personas y el ego sufre porque teme perder una posesión que, en realidad, no existe, pues es una ilusión creer que podemos poseer algo o a alguien.

Los hijos, los padres, los amigos, la pareja… no nos pertenecen. Son seres independientes y libres con su propio camino por recorrer, igual que nosotros.

No podemos hacer depender la felicidad de unos de la de los otros. Si no somos felices solos, no lo seremos con nadie.

El apego es el controlador del tiempo que no te permite vivir en el presente ya que te ancla al pasado o al futuro. Sin embargo, el desapego te mantiene en el aquí y el ahora.

Desapegarse es el acto de soltar y desprenderse de objetos y personas, con agradecimiento por el tiempo en que fueron parte de nuestra vida, enriqueciéndola de alguna manera, y sabiendo que, pase lo que pase, vamos a estar bien.

La independencia afectiva es el mayor regalo que puedes hacerte a ti y a tus seres amados. Solo cuando lo logras, alcanzas la verdadera y plena libertad. Una vez que empiezas a avanzar hacia el desapego, ya no existe camino de retorno.

Solo cuando sueltas, fluyes y dejas espacio para recibir la abundancia en todos los aspectos de la vida que por derecho te pertenece.


ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- Abandona tu nada
- Dejar ir
- El apego
- El esclavo
- La corneja

jueves, 6 de febrero de 2025

Verlo todo por primera vez


Fuente: “Pensamientos cotidianos” de Omraam Mikhaël Aïvanhov.

«Por la mañana, cuando abrís vuestra ventana o cuando salís de casa, veis el cielo, el sol, los árboles… Esforzaos por mirarlos como si los vieseis por primera vez: así descubriréis en ellos toda una vida sutil de la que no os habíais dado cuenta hasta ahora, porque habíais dejado que se interpusiera una pantalla opaca entre vosotros y la realidad. El día en que os hayáis desprendido de esta pantalla, poseeréis la verdadera visión, la verdadera inteligencia de las cosas. La verdadera inteligencia es como una fuente que brota, por eso nos presenta una visión siempre nueva que nos llena de admiración.

Verlo todo por primera vez: debéis aprender a cultivar esta actitud, no solo con respecto a la naturaleza, sino también con respecto a los humanos. Entonces, no solo haréis unos descubrimientos insospechados, sino que os volveréis mucho más interesantes y simpáticos hacia los demás».