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miércoles, 30 de julio de 2025

Pedir y aceptar ayuda


Fuente: “Somos fuerza” de Patricia Ramírez.

Hoy en día sobrevaloramos la independencia, a la que atribuimos un valor de fortaleza emocional. Ser capaces de hacer cosas por nosotros mismos es maravilloso, pero esto no puede llevarnos a dejar de contar con los demás y pedir ayuda.

Pedir ayuda, no nos confundamos, no es ser dependiente y ha sido siempre una forma de cooperar y sobrevivir. Somos seres sociales y nos necesitamos. La humanidad ha sobrevivido gracia a las ayudas mutuas.

Vivimos en una cultura con tintes individualistas en la que relacionamos responsabilidad y madurez con hacerlo todo solos, pero podemos ser personas maduras e independientes a pesar de que necesitemos ayuda o nos dejemos ayudar. La autosuficiencia no nos hace más válidos y no debemos sentir vergüenza ni pensar que dejarse ayudar es aprovecharse de los demás.

Pedir ayuda —delegar, que alguien te eche una mano, pedir trabajo, pedir dinero, pedir tiempo, pedir una oportunidad...— no es una debilidad. Nos da vergüenza, nos sentimos acomplejados al vernos dependientes de la ayuda de otros y nos sentimos fracasados, porque entendemos que una persona adulta tendría que poder resolver sola su situación. Nadie va a pensar que eres tonto o no sabes desenvolverte porque pidas ayuda. El que peor suele juzgarte eres tú. En cualquier caso, tenemos que tener en cuenta que los que no rodean no son adivinos y, si necesitamos ayuda, hemos de pedirla porque nuestro entorno no siempre sabe qué necesitamos. Quien pueda te ayudará, y quien no pueda, te lo dirá.

Aceptar ayuda es un rasgo de humildad. Hay personas altivas, excesivamente seguras, que creen saberlo todo y consideran que los demás pueden aportar poco a su vida. Durante una crisis, se debilitan, pero tratan de enmascarar su inseguridad con conductas de autosuficiencia e incluso con soberbia. Asocian dejarse ayudar con debilidad, vulnerabilidad y pérdida de control. Tal vez sea así. Cuando necesitamos ayuda es porque en ese momento de nuestra vida no podemos con todo, o no tenemos la solución, o necesitamos que nos presten un dinero del que no disponemos. Todos, en algún momento de nuestra vida, necesitamos que alguien nos ayude. En ocasiones, cuesta pedir ayuda, más que por orgullo, para no enfrentarnos a ese “te lo dije” que hace que nos sintamos aún más inseguros y equivocados.

En ocasiones, puede que la ayuda que te estén ofreciendo no te resuelva nada o incluso te incomode, pero la intención de quien la ofrece, aunque no esté acertado, es aliviar tu situación. Piensa desde la benevolencia. La mayoría de las veces, quien trata de ayudarte lo hace desde el aprecio o el amor a tu persona. No busca segundas intenciones. Agradece la ayuda, pero no te sientas obligado a aceptarla. Es mejor ser sincero, aunque pienses que le estás haciendo un feo a quien se ha ofrecido. Mentir, esquivar, evitar, solo incrementará tu malestar. Las personas que te ofrecen ayuda pueden entender que tengas un ritmo distinto. Diles que cuando te veas preparado contarás con ellas.

Pedir ayuda forma parte de la capacidad de adaptación, ese tesoro interno que forma parte de la inteligencia, que tenemos los seres humanos y nos permite evolucionar y ser lo que somos.


miércoles, 23 de julio de 2025

El poder de esculpir tu cerebro


Fuente: “Sé el escultor de tu mente: descubre el poder de la neuroplasticidad”. Boletín Informativo del Dr. Mario Alonso Puig.

La ilusión por la vida tiene un enorme impacto en la estructura de nuestro cerebro. Cuando estamos motivados y apasionados, nuestro cerebro responde físicamente: las células madre se convierten en neuronas, se forman nuevos circuitos y esto nos hace ser más creativos, inteligentes y emprendedores.

Santiago Ramón y Cajal lo intuía hace ya más de un siglo cuando dijo: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Hoy, gracias a la Neurociencia, sabemos que esto es una realidad. Se llama neuroplasticidad a la capacidad del cerebro para cambiar, adaptarse y crecer en respuesta a los estímulos que recibe.

Cuando nos llenamos de ilusión, cuando encontramos algo que nos apasiona, no solo cambia cómo nos sentimos, sino cómo funciona nuestro cerebro. La clave está en alimentar esa chispa de motivación que nos impulsa a avanzar.

Cuando desarrollamos una mentalidad positiva, tenemos ilusión y pasión por las cosas, nuestro cerebro empieza a cambiar y nos resulta más fácil poder conseguir lo que anhelamos.

Debemos hacer a mendo el ejercicio de preguntarnos qué es lo que realmente nos llena de ilusión para poder enfocarnos en lo que es importante para nosotros. Cuanto mayor sea nuestra claridad mental, más fácil será encontrar las respuestas.

Cada vez que eliges la ilusión en lugar del desánimo, estás ayudando a tu cerebro a crear nuevas conexiones. Elige ser el escultor de tu propia mente.


miércoles, 16 de julio de 2025

Bienaventurados los pobres de espíritu

Una Bienaventuranza, también llamada macarismo, es un género literario al que se recurre en la Biblia para expresar una “felicitación” a las personas que, por tener una cualidad o una forma de conducta, están ligadas con Dios. Bienaventurado significa “muy privilegiado” o “dichoso”.

Tenemos más de un centenar de ejemplos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, pero las bienaventuranzas más célebres son las nueve con que comienza Jesús de Nazaret el sermón de la montaña (Existe la discusión de si las bienaventuranzas son ocho o nueve).

Por medio de las bienaventuranzas, Jesús describió los valores con los que debemos vivir y cuál es la recompensa que por ello se recibirá en el Reino de los Cielos. Las bienaventuranzas son una sinopsis del resto del sermón que, en definitiva, concentra todas sus enseñanzas. En cierto modo, viene a ser como un mapa con las direcciones a seguir para poder encontrar a Jesús.

«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos».
(Mt 5,3-12)

De todas las bienaventuranzas, la primera ha sido objeto de muchas interpretaciones a lo largo de la historia. Evidentemente, Jesús no utilizó la expresión “pobres de espíritu” para referirse a personas apocadas, tímidas, con falta de ánimo, valor o fuerza de voluntad… Su significado se adentra en una dimensión espiritual profunda que implica humildad, reconocimiento de la propia necesidad espiritual y dependencia de Dios.

Los pobres de espíritu son aquellas personas humildes, sencillas de corazón, que reconocen su propia insuficiencia espiritual y la necesidad de Dios. Es una pobreza del ego, una ausencia de arrogancia y autosuficiencia. No se trata de una falsa modestia, sino de una honesta autovaloración ante la grandeza divina.

Ser pobre de espíritu significa hacer la voluntad de Dios. Confiar en el Padre, reconocer su providencia y que todo lo que se tiene es un regalo. Es una actitud de apertura a la acción divina en nuestras vidas.

La expresión “pobre en espíritu” nos recuerda que la verdadera riqueza reside en la relación con Dios y en la búsqueda de la verdad, reconociendo nuestros errores y estando abiertos a aprender y crecer espiritualmente.

Finalmente, al reconocer nuestra propia fragilidad, desarrollamos una mayor sensibilidad hacia las necesidades de los demás y un deseo de compartir los dones recibidos: “Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mateo, 10-8).

«Dichosos los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos».

“The chosen”. Segunda Temporada. Capítulo ocho.


miércoles, 9 de julio de 2025

El propósito de tu vida


 “People help the people”. Birdy.

El lunes pasado, día 7 de julio, “Si yo cambio, todo cambia” cumplió quince años. Al número quince se le llama “la niña bonita” porque, tradicionalmente, se consideraba que, al cumplir los quince años, se producía la transición de la niñez a la adolescencia, un momento de juventud y belleza, y comenzaba una nueva etapa de la vida.

“Si yo cambio, todo cambia” responde a mi necesidad de comunicar, independientemente de que haya personas que puedan leer sus entradas. Me resulta tan gratificante hacerlas, que no necesito la validación de los demás y la experiencia de elaborarlas es suficiente recompensa.

Este blog es para mí un modo de exploración interna; una manera de dar forma a mis ideas, sentimientos y emociones. Me permite ver el mundo desde diferentes ángulos y desarrollar mi propio pensamiento crítico; me lleva a la mejora y al crecimiento personal y, tal vez, alguna de sus entradas pueda ayudar a alguien. Tengo la certeza, además, de que es una pieza importante de mi propósito y de mi compromiso. Es por ello que, mientras pueda, seguiré adelante con el blog.

Ojalá nos encontremos aquí el año que viene. Gracias. Siempre.

Fuente: “¿Qué impacto tiene el propósito en tu vida?”. Boletín Informativo del Dr. Mario Alonso Puig.

«Nuestro propósito no se encuentra en el “por qué”, sino en el “para qué”. ¿Para qué estamos aquí? No es una pregunta fácil. ¿Cuántas personas anhelamos encontrar nuestro propósito en la vida, algo tan cercano y que tan pocas veces vemos? El propósito es una forma de vivir que conecta nuestro corazón con el verdadero sentido de la vida.

Todos hemos nacido con un propósito, algo único que podemos aportar al mundo. Cuando descubrimos que lo que hacemos tiene un impacto positivo en otras personas, algo dentro de nosotros se ilumina. Nuestro propósito está siempre conectado con los demás.

No debemos obsesionarnos con encontrar nuestro propósito, ya que no llega cuando lo buscamos con ansia, sino cuando preparamos el terreno para que se nos revele. La mejor manera de hacerlo es enfocándonos en cómo podemos ayudar a otras personas a mejorar sus vidas, aunque sea a través de gestos aparentemente pequeños (sonreír a una persona, aunque creamos que no se lo merece; dar un abrazo a alguien que lo necesita; perdonar a alguien que consideramos que nos ha ofendido…).

El propósito se nos revela cuando dejamos de centrarnos exclusivamente en nosotros, en lo que sentimos, en lo que necesitamos, en lo que queremos, en lo que anhelamos… y empezamos a incluir a los demás en nuestra ecuación.

Es cuando empezamos a caminar, cuando ese propósito empieza a ser revelado».


ALGUNAS ENTRADAS RELACIONADAS EN ESTE BLOG:

- No me doy por vencida (2024)
- Palabras como “vulanicos” (2023)
- ¡Despierta y vive! (2020)
- Mi propósito (2019)
- Un encuentro nada casual (2018)

miércoles, 2 de julio de 2025

Parientes tóxicos


Fuente: Cuenta de Instagram de Ele Buzz. “Frases / Reflexiones / Consejos / Animaciones by Ele Buzz”. Vídeo publicado el 16 de mayo de 2024.

«Lo que te voy a decir no será fácil de escuchar, pero, si estás pasando por esto, lo necesitas.

No puedes salvar a tus padres ni a tus hermanos. No puedes cambiar sus hábitos y hacer que vean lo que no quieren o no pueden ver. Entiende que no todos quieren cambiar, aunque estén en una mala situación según tu parecer. No puedes ayudar a alguien que no quiere cambiar, pero sí puedes arruinar tu vida intentándolo.

Tú decidiste cambiar y eso está muy bien. Crea tus propias relaciones saludables, un hogar saludable con hijos saludables y así romperás el ciclo. Esa es la mejor forma de honrar a tus padres. Podemos respetar a nuestros parientes aceptándolos en el lugar en el que se encuentran y podemos también amarnos y respetarnos a nosotros mismos conociendo nuestros límites y dejando ese deseo de salvarlos.

La sangre solo hace parientes. El amor hace familias. Un pariente tóxico puede hacer mucho daño solo con la única intención de que no avances.

No es la sangre, es el respeto, el apoyo, la confianza, el sacrificio, la honestidad, el compromiso, el amor y la lealtad lo que te hace familia».

En la publicación, clr.emilcesuarez hace el siguiente comentario:

«Es cierto que a veces nos encontramos en situaciones en las que deseamos ayudar a alguien, pero esa persona no está dispuesta o no puede recibir nuestra ayuda. A veces, incluso cuando tenemos una relación cercana con alguien, debemos reconocer que hay límites en nuestra capacidad de empatía. Es natural sentir dolor al ver a alguien que se está dañando o perjudicando, pero también debemos recordar que nuestro propio cuidado y bienestar son fundamentales.

El amor propio es crucial en estas circunstancias. Debemos ser empáticos con nosotros mismos y reconocer que no podemos salvar a todos. A veces, la mejor manera de ayudar es cuidar de nosotros mismos y establecer límites saludables.

Siempre es válido corregir y mejorar nuestras acciones si es necesario. Aprender y crecer es parte de la experiencia humana».